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En 1995 en lo más alto de la fama la española Martha Sánchez, que había sido la vocalista del grupo Olé Olé, y que triunfaba como solista lanzó una canción que tuvo un enorme éxito, se titulaba “Dime la verdad”. La canción en ese momento no parecía tener relación con la realidad, sino más bien ser parte de una especie de ficción que permitía además hacer un video clip misterioso, hoy prácticamente desaparecido, que mostraba escenas de una especie de película de espionaje en que la propia Martha Sánchez era perseguida y capturada por unos personajes oscuros, los cuales sentados en una mesa dirigían alguna sociedad o entidad que no se llega a identificar. Una vez capturada era torturada y se le arrebataba un cuaderno que tenía por título La Verdad, los torturadores elegantemente vestidos y con mefistofélicas sonrisas terminaban quemando el cuaderno.

Ignoramos qué llevó a la entonces joven y hermosa española es escribir esta letra. Han pasado casi treinta años de aquel lanzamiento y algunas cosas de las que hablaba ese tema musical tienen mucha vigencia. Hoy que está en juego la libertad y que se pretende imponer el Nuevo Orden Mundial (NOM) por parte de una élite globalista tiene sentido cuestionarse con Martha Sánchez: Me pregunto mil veces quién gobierna mi vida, quién dirige mi mente junto a la de los demás.

Cuando se muestran los avances de la perversa Agenda 2030 en que el Foro Económico Mundial de Davos a través de la implantación de un pensamiento único, plantea un reseteo de la humanidad y nos dice sin ambages “No tendrás nada y serás feliz” o promueve el consumo de insectos, el fin de la ganadería y la igualdad entre el hombre y los animales es momento de recordar las líneas de la canción que se preguntaban: Qué poderes en la sombra juegan con mi voluntad, una máquina los nombra para podernos controlar. Dime la verdad, dime su secreto. Toda la verdad, no le tengas miedo.

Es evidente, cada vez más, que el globalismo a través de la ideología progresista está imponiendo un nuevo modo de vida, generando una nueva humanidad, toda una maquinaria para generar un nuevo ser humano sin voluntad, una sociedad en que la familia natural no exista, que no haya derecho a la vida, en que la bandera multicolor del progresismo bajo la apariencia de promover la libertad impondrá, si lo permitimos, una dictadura del pensamiento único, que acabará con la soberanía de las naciones, con la patria potestad de los padres, con la libertad religiosa, la libertad de enseñanza, una dictadura en la que hasta una neolengua supuestamente inclusiva será obligatoria, un mundo “feliz” en que habrá que creer como verdades de catecismo en el calentamiento global y en la idea neo malthusiana de la necesidad de reducir la población. Tres décadas después toma vigencia la estrofa final de la canción: Somos unas marionetas, otros mueven los hilos. No se quitan la careta, no sabemos cómo son. Utilizan las palabras sólo para confundir. Yo no sé si la esperanza conseguirá sobrevivir.

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