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Si. Estamos viviendo una situación pre-catastrófica. Este régimen siniestro nos conduce a un golpe de Estado. Castillo ha descapitalizado la República. Están como ejemplo la anarquía del Parlamento, al que quisieran disolver; un Poder Judicial prevaricador que busca la nulidad del Defensor del Pueblo. Un TC inútil que no entra al fondo del tema, escudándose en la ‘sustracción de la materia’. En cualquier momento Castillo será depuesto en medio de la ovación de las multitudes. No será un golpe clásico, sino uno de masas que pretenderá reconstruir al Estado. Las masas golpistas, a las que me referí antes, volverán en el momento menos pensado. Habrá una unión demoniaca de las Fuerzas Armadas –hoy silenciosas— con los partidos democráticos. Castillo y sus colaboracionistas que han sentado las bases para esta behetría y serán juzgados por la historia. Atención que esos días vienen ya.

II

Nuestros gobiernos no han sido pacíficos, sobre todo cuando se disputaba el poder de clase, sea de las Fuerzas Armadas o de la oligarquía. Desde la Independencia estamos en permanente lucha intestina por mandar. Esta no es la primera vez en que se depondrá al Presidente, manteniendo el Congreso. El primero fue José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete (1823); otro fue Billinghurst (1914). Ya veo a Castillo en la cárcel o en el exilio.

 

Recordemos esas convulsiones para no repetir los días nefastos de nuestra historia. Basadre relata que en febrero de 1823 la guarnición y la opinión pública de Lima impusieron a Riva-Agüero. Un sector del Congreso, enemigo de Riva-Agüero, se reunió en el Callao para destituirlo, aprovechando que las tropas partieron a la segunda campaña del sur. Lima había sido abandonada y las turbas de la capital no podían defender a su “niño Pepe” para maniatar al Presidente en su silla, para afrentarlo y para finalmente, adoptar un acuerdo arrojándole de ella, vengándose del motín de Balconcillo.

III

Billinghurst, hombre de buenos propósitos, era impaciente. Piérola, tiempo atrás, le habría dicho: “Don Guillermo, si no puede gobernar sus nervios ¿cómo quiere Ud. gobernar a la República?”. Billinghurst, inspirado por Mariano Cornejo, se propuso disolver el Congreso y luego, vía plebiscito, reformar la Constitución. Chirinos anota que estábamos al borde del golpe de Estado; el del Poder Ejecutivo contra el Congreso, mediante clausura y plebiscito, o el del Congreso contra el Ejecutivo, mediante destitución del Presidente con apoyo de las FFAA.

 

Pero, el 3 de febrero de 1914, Billinghurst destituyó al coronel Oscar R. Benavides del estado mayor del ejército y precipita los acontecimientos. Al día siguiente, el 4 de febrero, Benavides, se subleva, ataca Palacio a sangre y fuego, apresa a Billinghurst que dimite. Benavides fue ascendido a general por el Congreso, preside una Junta transitoria integrada por todos los partidos. Un año después, en elecciones generales se eligió a José Pardo.

IV

Otro episodio nefasto es el de las diecisiete conspiraciones contra Gamarra, entre 1829 a 1833. Veamos: 1) Conspiración santacrucina de Arequipa, 9-agosto-1829, destruida por Amat y León y Ramón Castilla; 2) Rebelión en el Cuzco por Gregorio Escobedo, 26-agosto-1830; 3) Asechanzas de La Fuente, 16-abril-1831; 4) Motín de la corbeta Libertad, 26-junio-1831; 5) motín del bergantín Congreso, 26-agosto-1831; 6) Conspiración de Iguain, 1-enero-1832; 7) Sublevación del capitán Felipe Rossel, 18-marzo-1832; 8) Conspiración del general Cerdeña, 11-noviembre-1832; 9) Conspiración de Salaverry, 21-noviembre-1832; 10) Rebelión de Carabayllo, 16-marzo-1833; 11) Rebelión de Ayacucho, 24-julio-1833; 12) Rebelión de Salaverry, en Chachapoyas, 13-setiembre-1833; 13) Conspiración en Piura del coronel Miguel Delgado, 16-setiembre-1833; 14) Insurrección en Huacho, asesinato del subprefecto Andrés Fajardo y otros gamarristas, 17-setiembre-1833; 15) Sublevación de Salaverry en Cajamarca, 26-octubre-1833; 16) Conspiración a favor de Riva-Agüero en el Callao, 11-noviembre-1833; 17) Sedición encabezada por Nestares, en Chancay, 16-noviembre-1833.

 

Eso demuestra la anarquía del Perú. El problema no solo son las masas paupérrimas desatendidas del interior del país y toda la República por largo tiempo. Es el fuego en los Andes, del que hablaba Carleton Beals hace noventa años. Vendrá el crujir de dientes. Que no se engañen los que creen equivocadamente que aquí no va a pasar nada. Felizmente, Pedro Castillo y sus áulicos, también, caerán.

 

(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado, exsenador y excongresista de la República.

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