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El arte contemporáneo a través de los años no ha estado exento de numerosos escándalos. Muchas veces es cierto provocados adrede por los propios artistas ávidos de figuración mediante el fácil recurso de la provocación.

El dadaísta alemán Kurt Schwitters célebre por sus collages, dijo alguna vez en un exceso retórico que “Todo lo que escupe el artista, es arte”. Por su parte Piero Manzoni, artista italiano, en 1961 con la etiqueta “Mierda de artista” produjo 90 latas que contenían, según la etiqueta firmada por el autor, precisamente excremento de artista. Contenido neto: 30 gramos. Conservada al natural. Producida y envasada en mayo de 1961, decía la lata. Todas fueron además numeradas y firmadas en la parte superior.

El ejemplo de Manzoni pone en evidencia este aspecto del negocio del arte. Aspecto que muy pocos se atreven a denunciar para no ser excluidos de la argolla de los conocedores. No hay que olvidar que existe una élite bobalicona siempre dispuesta a tirar algunos millones para sostener esta farsa y lavar sus conciencias poniéndose de lado de expresiones contestatarias.

Pero los escándalos no siempre vienen por ese lado. Muchas veces el contenido ideológico o la visión del artista resulta de tal excentricidad, marginalidad  o tan subversiva que puede ocasionar gran conmoción.

Dos de los grandes eventos mundiales del arte son la ya clásica Bienal de Venecia, un poco venida a menos y Documenta, que es una exposición de arte contemporáneo que tiene lugar cada cinco años en Kassel , Alemania. Este año se celebra Documenta Quince. Es decir, la decimoquinta versión.

Lo cierto es que el colectivo de artistas indonesios Ruangrupa, que fue elegido para dirigir la visión de la gran muestra, seleccionó entre las obras a exhibirse, el trabajo de los también indonesios del colectivo Taring Padi, los que trajeron una pintura de ocho metros de alto y doce metros de ancho, titulada Justicia popular. Según los autores “…un reflejo de nuestras luchas de vivir bajo la dictadura militar de Suharto, donde la violencia, la explotación y la censura eran una realidad cotidiana”.

Según los artistas el mundo libre, la CIA, etc. Se hicieron cómplices de todo este horror. Por lo que entre las figuras de los opresores aparece uno con cara de cerdo cuyo casco dice «Mossad» con una estrella de David, acompañado de un supuesto judío de ojos inyectados, colmillos y lengua de serpiente. El escándalo no se hizo esperar y las quejas se acumularon por miles en el buzón de entrada.

Los responsables del colectivo Ruangrupa han resultado ser parte de un movimiento de extrema izquierda de filiación antisemita. Luego se ha comprobado, tarde, que por primera vez no hay ningún artista judío invitado.

El cuadro ha sido retirado, pero el escándalo sigue creciendo. El canciller Scholz canceló su visita a Documenta y el ministro de Cultura Roth presentó un «plan de 5 puntos» destinado a involucrar más al gobierno en la planeación de estos eventos.

Algunos librepensadores se cuestionan sobre el alcance de la libertad en el arte. La polémica está abierta.

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