Con un profundo y ejemplar sentido de fe y devoción, un grupo de valerosos soldados del Ejército Peruano participó activamente en la reciente peregrinación que conmemora el único Milagro Eucarístico del Perú, difundido por el Papa León XIII. Su presencia en esta jornada espiritual no solo subraya la arraigada espiritualidad de la región de Lambayeque, sino también el inquebrantable compromiso cívico de sus fuerzas armadas con la nación y con Dios.
La significativa jornada se llevó a cabo desde Monsefú hasta Ciudad Eten, en el marco de los tradicionales «Sábados de Promesa», una iniciativa instituida desde 2014 por la parroquia Santa María Magdalena bajo el obispado de Monseñor Jesús Moliné Labarta, y que continuó impulsándose con fervor en el 2015, cuando llegó como obispo a Chiclayo el Papa León XIV.

La peregrinación —liderada por el Consejo Regional de Decanos de los Colegios Profesionales de Lambayeque (CONREDE)— tuvo como propósito principal reavivar el mensaje de Su Santidad, quien en su momento alabó la profunda fe del pueblo de Chiclayo, considerándola un luminoso ejemplo de devoción y fortaleza espiritual.
Este Milagro Eucarístico, que tuvo lugar en Ciudad Eten en 1649, es un pilar fundamental de la fe católica en Perú. El 2 de junio de ese año, víspera de Corpus Christi, el rostro del Divino Niño Jesús apareció visiblemente en la Hostia Consagrada durante la Eucaristía. Un segundo prodigio similar se manifestó el 22 de julio siguiente, durante la Misa en honor a Santa María Magdalena, patrona de la localidad. La devoción a este evento extraordinario ha perdurado por siglos, y ha sido particularmente impulsada por la labor incansable del Santo Padre, el Papa León XIV.
Siendo Obispo de Chiclayo, el entonces Monseñor Robert Prevost promovió activamente el reconocimiento de este milagro, llevando la documentación histórica y los testimonios de fe al Vaticano, y expresando siempre su profundo deseo de que Ciudad Eten sea declarada «Ciudad Eucarística».
En medio de un ambiente de oración, cánticos y profundo recogimiento, la presencia de los militares resultó particularmente conmovedora. Integrantes del grupo «Milagro Eucarístico Perú 1649» se acercaron a los soldados, entregándoles rosarios como un hermoso gesto de apoyo y cercanía espiritual. Un emotivo intercambio marcó este encuentro cuando la hermana Roxana Quiñe Reyes —del mencionado grupo— con voz firme pero cargada de cariño, les preguntó: «¿Ustedes aman a Dios y a la Patria?». La respuesta no se hizo esperar: un rotundo y unánime «¡Sí!» de los soldados, que resonó en el aire, reafirmando su doble e inquebrantable compromiso.

Los soldados, visiblemente conmovidos por el gesto, demostraron su comprensión sobre el profundo significado del Santo Rosario, reconociéndolo como una meditación de los misterios de la vida de Jesús. Uno de ellos, al ser consultado sobre su fe católica, aceptó con gratitud y levantó con respeto el rosario, mostrando una conmovedora devoción. Este gesto simple pero poderoso subraya la profunda religiosidad que acompaña y sustenta el noble servicio a la nación.
Este acto de fe y patriotismo se enmarca perfectamente en el inspirador mensaje del Papa León XIV: «La Iglesia y el mundo no necesitan personas que cumplen con sus deberes religiosos mostrando su fe como una etiqueta exterior; necesitan, en cambio, obreros deseosos de trabajar en el campo de la misión, discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios dondequiera que se encuentren».
La significativa y visible presencia del Ejército Peruano en este camino de fe es un poderoso testimonio de su profunda devoción y de su inquebrantable servicio al Perú.
