El Índice de Precios al Consumidor llegó a su punto más alto desde 1992 y refleja el impacto desigual de la inflación en el país.
La inflación en Perú subió a 1,70% en junio de 2025, con el Índice de Precios al Consumidor alcanzando los 115,66 puntos, su máximo histórico desde que existen registros comparables. Aunque el alza mensual fue leve, los aumentos en alimentos, restaurantes y servicios básicos golpean más fuerte a quienes menos tienen. El Gobierno celebra cifras “controladas”, pero el precio real se siente en la mesa, el transporte y la vivienda, sobre todo para los sectores populares.
El récord que no se celebra
La inflación en Perú se ubicó en 1,70% en junio, ligeramente por encima del 1,69% registrado en mayo, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La variación puede parecer mínima, pero esconde un dato que marca un antes y un después: el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió a 115,66 puntos, el valor más alto desde que se iniciaron registros comparables en 1992, de acuerdo con la plataforma Trading Economics.
Este nivel supera los 115,51 puntos de mayo y refleja un incremento acumulado del 15,66% en los precios desde 2021, año base del índice. En la práctica, significa que, aunque el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) mantenga la inflación dentro de su rango objetivo del 1% al 3%, los precios no han dejado de subir, afectando sobre todo a los sectores con menos capacidad de respuesta económica.
Qué productos suben y qué rubros alivianan
El incremento mensual de 0,13% en los precios al consumidor se explica principalmente por los aumentos en alimentos y bebidas no alcohólicas (0,24%),restaurantes y hoteles (0,25%) y bienes y servicios diversos (0,22%). Estas tres categorías representan el 89% del alza en junio, según el INEI.
Por otro lado, hubo una ligera baja en alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles, con una incidencia negativa de -0,14%. En términos anuales, Lima registró una inflación del 1,69%, sin cambios respecto al mes anterior, pero con repuntes claros en alimentos (1,49% vs 1,35% en mayo),recreación y cultura (2,96% vs 2,92%) y restaurantes (2,84% vs 2,79%).
La inflación se moderó en transporte (0,13% vs 0,95%),vivienda y servicios públicos (0,45% vs 0,68%),educación (4,07% vs 4,12%) y bienes y servicios diversos (2,61% vs 2,66%). Sin embargo, esta moderación no alcanza para compensar el peso del alza en alimentos, que representa el 24% del total del IPC. Le siguen restaurantes y hoteles (16%) y transporte (12%).
Inflación “bajo control”, pero con efectos desiguales
Desde los espacios institucionales se insiste en que la inflación está controlada. “El resultado, aunque levemente por sobre lo esperado, no cambia el escenario de precios estables para los próximos meses”, señaló Mauricio Guzmán, jefe de Estrategia de Inversión de SURA Investments.
Para Guzmán, este comportamiento le da espacio al BCRP para continuar con su política gradual de recortes en la tasa de interés. Sin embargo, advierte que los riesgos políticos persisten. “Continúan las tensiones entre el Ejecutivo y el Congreso, así como la posibilidad de episodios de inestabilidad que puedan afectar la percepción de riesgo país”, añadió.
Pese a ese optimismo técnico, el índice sigue marcando aumentos sostenidos en productos básicos, lo que golpea con más fuerza a quienes destinan una mayor parte de sus ingresos al consumo inmediato. A nivel popular, que el IPC llegue a 115,66 puntos significa que lo esencial cuesta cada vez más.
Lejos del pasado, pero lejos también del alivio
Es cierto que la inflación actual no se compara con los picos históricos. En agosto de 1990, durante el periodo de hiperinflación, el país registró un alza anual de 12.377,32%. Hoy, la tasa anual es apenas el 1,69%, y el promedio mensual desde 1969 hasta hoy es de 3,79%, mucho más alto que el 0,13% registrado este junio.
Pero esta estabilidad relativa no implica que los precios bajen o que la población deje de sentir la presión. Simplemente, suben más lento. “Los precios siguen bajo control en términos históricos”, dice el análisis técnico. Sin embargo, la inflación alimentaria, por sí sola, ya representa una carga significativa para las familias con menores ingresos, y su aumento es sostenido.
¿Qué representa realmente el 115,66?
El IPC, con base 100 en el año 2021, mide cuánto han variado los precios de una canasta básica de consumo. Que haya alcanzado 115,66 puntos significa que los precios han subido en promedio 15,66% desde ese año. No se trata de una variación mensual ni anual, pero sí refleja el encarecimiento sostenido de la vida cotidiana en Lima Metropolitana.
Además, la inflación subyacente —que excluye precios más volátiles como los de alimentos frescos y energía— se mantuvo en 2,28%, aún dentro del rango objetivo del BCRP. Pero el dato de inflación subyacente no mitiga la experiencia concreta de pagar más por comer, movilizarse o alquilar un cuarto.
Estabilidad macro con desigualdad micro
Desde una perspectiva macroeconómica, Perú ostenta una de las tasas de inflación más bajas de América Latina, incluso comparables a las de países europeos. También se presenta como una economía con moneda sólida: el sol ha sido una de las divisas más estables de la región. Pero estos datos, aunque ciertos, no alcanzan a ocultar la tensión que existe entre estabilidad económica y desigualdad social.
El mercado laboral sigue informalizado, los salarios reales no crecen y el acceso a servicios básicos permanece segmentado. En ese contexto, una inflación “controlada” no es sinónimo de tranquilidad para quienes viven al día.
La inflación puede estar lejos de los fantasmas de los años noventa, pero sigue siendo una realidad cotidiana. Y cada décima de punto, aunque parezca mínima para los modelos financieros, significa menos comida, menos movilidad o menos acceso a servicios para los sectores populares.