La avena es de esos cereales que te recomiendan al toque cuando dices "quiero comer más sano". Está en todas: dietas, desayunos, postres, juguitos y hasta panqueques. Pero ojo, aunque tiene hartos beneficios, no le cae bien a todos y si la comes mal o en exceso, también te puede jugar en contra

Por eso, acá te contamos lo bueno, lo no tan bueno y esas cosas que casi nadie dice sobre este alimento que siempre está presente en la mesa de los peruanos.

Beneficios de la avena

La avena no es solo rica y fácil de preparar, también está llena de nutrientes. Por eso es que no falta en las cocinas: se lleva bien con casi todo y se puede comer de mil formas.

Según la American Heart Association, una taza de avena tiene 1.8 mg de vitamina B1, que ayuda a que tu cuerpo saque energía de los carbohidratos y a que tu sistema nervioso trabaje como debe.

También tiene 1.36 mg de manganeso, que ayuda a regular el colesterol y el azúcar en la sangre. Con esa cantidad ya tienes cubierto entre el 59% y el 76% de lo que necesitas al día, dependiendo si eres hombre o mujer.

Y por si fuera poco, según la app Fitia, 100 gramos de avena te dan:

  • 379 calorías
  • 6.5 g de grasa
  • 67.7 g de carbohidratos
  • 13.2 g de proteína

Además, es rica en fibra soluble, lo que ayuda a que vayas mejor al baño si sufres de estreñimiento.

¿Y si tienes diabetes?

Según la Fundación Española del Corazón, el índice glucémico de la avena depende de cómo la prepares. La entera o en hojuelas es mejor para personas con diabetes, porque sube menos el azúcar en la sangre. La instantánea, en cambio, tiene un índice más alto y no es tan recomendable.

Y eso no es todo. Este cereal también tiene antioxidantes bien nutritivos, como las avenantramidas, que pueden ser hasta 30 veces más fuertes que los antioxidantes comunes.

Ayudan a desinflamar, mejorar la circulación y mantener la presión bajo control. Todo eso gracias a una sustancia llamada óxido nítrico, que básicamente relaja los vasos sanguíneos para que todo fluya mejor. Y eso no es todo, también se le atribuyen otros beneficios como:

  • Baja el colesterol por los beta-glucanos
  • Apoya el desarrollo del bebé durante el embarazo (gracias al ácido fólico)
  • Protege tus células del estrés oxidativo (vitamina E)
  • Combate la fatiga y mejora los músculos (hierro)

Pero no todo es perfecto

Sí, la avena tiene sus cosas buenas, pero tampoco hay que creer que es mágica. No le cae bien a todo el mundo. Por ejemplo, si eres celíaco o te cae mal el gluten, mejor consulta con un médico antes de comer avena, porque a veces puede venir mezclada con trigo, cebada o centeno sin que te des cuenta.

Además, tiene avenina, una proteína parecida al gluten, que también puede causar molestias digestivas en algunas personas.

Y ojo con exagerar. Si comes mucha avena sin tomar suficiente agua, puedes terminar con gases, hinchazón o malestar estomacal. También tiene fitatos, que en grandes cantidades pueden hacer que tu cuerpo no absorba bien ciertos minerales.

La avena es de los cereales más completos que hay, por eso tantos nutricionistas la recomiendan. Es buena para el corazón, ayuda con la digestión y te da energía. Pero como todo en la vida, no se trata de comer por comer: hay que saber cuánto, cómo y cuándo. No a todos les cae igual, así que lo mejor es hacerle caso a tu cuerpo y, si tienes dudas, hablar con un especialista.