ELLA ES JUANA ‘LA PEQUE’, LA ASESINA NECROFÍLICA DE LA MAFIA MEXICANA
Muchas mujeres deciden formar parte de las filas del narcotráfico, algunas obligadas, otras por falta de oportunidades y se dedican al ‘halconeo’, sicariato o narcomenudeo. Hoy, presentamos la escalofriante historia de Juana, alias ‘La Peque’, una mujer que desde temprana edad fue cocinera, mesera, sexoservidora y halcona del Cártel de los Zetas y que tenía sexo con decapitados.
«Desde niña fui rebelde, drogadicta y alcohólica» cuenta desde su reclusión en uno de los Centros de Reinserción Social de Baja California. Nacida en el estado de Hidalgo, a los 15 años quedó embarazada de su primer esposo, dos décadas mayor que ella. Le gusta jugar fútbol y los hombres con los brazos tatuados.
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‘Sonará feo, pero me convertí en perro fiel del jefe, en algo más que un simple halcón que vigilaba y reportaba los operativos policiales y militares. Ese trabajo lo hacen taxistas, paleteros, despachadores de gasolina, agentes de tránsito, boleros, vendedores de piratería o cualquiera que trabaje o deambule en la vía pública. Cuando andas en este tipo de actividad tienes que relacionarte con mucha gente para no levantar sospechas. Tienes que hacer relaciones para tener siempre un lugar donde perder el tiempo mientras vigilas’, cuenta.
¿Qué es un halcón en el mundo de los Zetas?
‘Un halcón es básicamente el nivel más bajo del organigrama. Para ascender se pueden hacer varias cosas. Mi jefe que también había sido halcón, un día lo agarran y le dicen que va a encargarse de todos los halcones de Pachuca. El reclutamiento de los 50 halcones lo hice con pura gente conocida, la mayoría es gente drogadicta o gente muy necesitada de dinero que le va a entrar a lo que sea.
El trabajo consiste en reportar cada hora lo que sucede por medio de mensajes del celular; pase o no pase nada, aunque se trate de la policía municipal, que es la que está comprada por la organización. Pero si ves movimiento de militares debes marcar, ya no al RT, sino al comandante de la plaza, porque a veces los mensajes se atoran y no llegan; éramos 80 halcones, imagínate todos mandando mensajes al mismo tiempo. Si van entrando las ratas (Policía Federal),los verdes (militares) o las panteras (patrullas estatales de Fuerza y Tarea) por la carretera a México y miras que es una patrulla tras otra, debes marcar rápido. Si te apendejas y no haces bien tu trabajo te putean, te tablean’, revela.
La reclutaron a la fuerza
‘En noviembre de 2010 fui de visita al pueblito de donde soy originaria. Fui porque me había quedado de ver con una amiga. Íbamos para una fiesta, cuando le hablan por teléfono. Contesta y al colgar está muy nerviosa: —Ya me atoraron —me dice. Ella estaba viviendo con un amigo en común que es gay y que andaba trabajando con los Zetas.
A mi amiga ya le habían ofrecido trabajo, pero no se quería meter en broncas porque trabajaba de policía municipal. Mi amiga le dice que no quiere trabajar, casi le suplica. El cabrón al que le dicen «El Barrigón», le contesta: —No te estoy preguntando si quieres; necesito gente. Y súbete a la camioneta porque iremos a ver al comandante.
Yo me quedé parada como mensa, sin moverme, viéndolos. De repente escucho: —Tú también súbete a la camioneta, ya escuchaste cómo me dicen y no te puedes ir así nomás, tú también te vienes.
Fuimos a un pueblo como a 30 minutos. Nos presentaron con el comandante que me preguntó cómo me decían y le dije que «La Peque»; desde los trece años había trabajado en las cachimbas y así me decían los camioneros. Todo fue muy rápido. El comandante nomás dijo: —Está bueno, cabronas, mañana comienzan a trabajar, aquí están sus celulares; ahorita van a pasar a una gasolinera a recoger unos chips y unos cargadores.
Me asusté mucho, le apreté la mano a mi amiga y le dije al oído: —Así de fácil ya me embarqué, ya valí verga, ya soy Zeta.
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‘Me daban placer los mutilados’
Entre sus espeluznantes revelaciones, Juana declaró que le gustaba tener sexo con los decapitados, fríamente y con detalles narró sus prácticas necrofílicas y que además de asesinar a sus víctimas, se bañaba con su sangre e incluso la bebía estando caliente.
‘Me gustaba tener sexo con los cuerpos mutilados. Al comienzo, me daba miedo ver gente sin cabeza y todo eso, pero luego conforme fui acostumbrándome, se me hizo un gustito acostarme con ellos cuando su sangre aún estaba caliente. Me daba mucho placer sentir eso y también usaba cualquier parte de los cuerpos desmembrados para darme placer’, concluye ‘La Peque’, quien espera ser juzgada mientras recuerda los días en que ‘hacía el amor’ con los muertos…