Parece que el Perú es el único país que se queda sin oxígeno por falta de previsión. Después de anunciar con bombos y platillos que Chile nos venderá ese importante producto, ahora resulta que también le compraremos a Ecuador, nuestro vecino que tuvo muchos problemas durante la primera ola de la pandemia de Covid-19. En un principio fuimos muy elogiados por haber dispuesto de un presupuesto bastante elevado para combatir el virus, sin embargo todo cambió con la llegada de la segunda ola.
Supuestamente nos encontraría mejor preparados porque ya se había habilitado un número mayor de camas UCI, los hospitales serían reequipados con todo lo indispensable para que no falte nada. Se compraron o se mandaron a fabricar ventiladores mecánicos y se dijo que habría el presupuesto necesario para la implementación de las Unidades de Cuidados Intensivos, pero el Gobierno no mostró tener reflejos. Demoró con la legislación que autorice trabajar doble turno a los intensivistas y emergenciólogos.
La compra de las vacunas también se demoró. Hemos sido uno de los últimos países en firmar los acuerdos con los laboratorios para la adquisición de las vacunas para 24 millones de peruanos. Cuando los demás paísers están vacunando a su población aquí no se ha terminado de hacerlo con el personal sanitario, que es lo más fácil porque médicos, enfermeras y técnicos están registrado en los hospitales donde trabajan y el Ministerio de Salud sabe cuántos son los que laboran en la primera línea contra la pandemia.
Pero lo que verdaderamente llama la atención es que se haya olvidado de asegurar la dotación de oxígeno para todos los pacientes que iban a requerirlo. De no ser por la iglesia y por donaciones del sector privado muchas personas más habrían engrosado las estadísticas de los fallecidos. Urge, por lo tanto, que el Gobierno disponga de inmediato la compra de plantas de oxígeno para los hospitales, no sea que verdaderamente venga una tercera ola y se le vuelven a escapar las tortugas a nuestras autoridades.