Cuando Celeste Cárdenas, de 18 años, recibió los resultados que confirmaban su selección a Beca 18 para estudiar la carrera de Medicina Humana en la Universidad San Martín de Porres, no pudo contener las lágrimas. Tampoco su madre, quien la acompañaba en silencio esperando ese momento. La emoción era profunda, imposible de disimular.



Para ambas, esta beca no solo representa el acceso a estudios universitarios; simboliza una promesa cumplida, un nuevo comienzo después del duelo, y la continuación del legado de quien ya no está: Mario Luis Cárdenas, médico ginecólogo, padre de Celeste, fallecido en 2023 a causa de un cáncer de riñón.

Le prometí en vida que estudiaría Medicina. Me dijo que no era fácil, pero que debía luchar y nunca perder la vocación de servicio. Me pidió también que, si podía, ayudara a quienes no pueden pagar su medicina. Eso se quedó grabado en mí”, cuenta Celeste a la agencia Andina.

Desde niña, su vínculo con la medicina fue casi natural. 

Me crié en el hospital, porque mi mamá es técnica de enfermería. No había quién me cuidara, así que la acompañaba a su trabajo. Ahí conocí distintas áreas y médicos que me orientaron. Y cuando mi papá cayó enfermo, esa vocación se intensificó”.

El camino para llegar hasta aquí no fue fácil. Celeste vive en Manchay junto a su madre y su hermanito de seis años. Después de la muerte de su padre, la situación económica se volvió aún más complicada. 

Hubo momentos en los que solo comíamos una o dos veces al día. Estudiaba con beca en la academia Vonex, gracias al apoyo de personas que confiaron en mí. Y aunque no ingresé a San Marcos, no dejé de intentarlo”.

Resiliencia familiar


La madre de Celeste, además de ser su principal soporte emocional, ha sido su ejemplo de lucha. Trabaja en el hospital Dos de Mayo y también enfrentó situaciones extremas. Durante la segunda ola de la pandemia, en 2021, estuvo tres semanas entubada en la unidad de cuidados intensivo (UCI). 

Los médicos no daban esperanzas. Pero sobrevivió. Y desde que salió, hasta el día de hoy, ha estado a mi lado”, recuerda con gratitud.

En medio del dolor por la pérdida del padre, también enfrentaron el distanciamiento con parte de la familia paterna y la pérdida del hogar que les habían prestado. 

Nos fuimos a vivir a casa de mi abuela. Nadie confiaba en que lo lograría. Me decían que mejor me fuera a un instituto. Todo eso dolía, pero lo usé como combustible para seguir”, relata.

Celeste no solo encontró en su madre el aliento para continuar, también tuvo el acompañamiento de una psicóloga que le ayudó a procesar el duelo. 

No podía llorar delante de mi mamá porque ya tenía bastante con lo suyo. Así que lo hacía sola. Hoy intento recordarlo con amor, como una luz que me guía”.

Un sueño que crece


Celeste estudiará Medicina Humana desde el segundo semestre de 2025. Se ha planteado como meta especializarse en cirugía cardiovascular. Sueña con hacer el Serums en alguna zona rural del país y, más adelante, continuar su formación en EsSalud. 

Viví con mi papá el maltrato en algunos hospitales del seguro. Quiero cambiar esa imagen. El trato humano tiene que ser parte de la atención médica”.


Además de estudiar, no pierde de vista su compromiso familiar. “Mi hermanito Sebastián también es mi motor. Me gustaría ayudarlo cuando llegue su momento de postular”.

Su historia es, en esencia, un testimonio de fe, de esfuerzo constante y de cómo los sueños pueden sostenerse incluso en las circunstancias más adversas. 

A otros jóvenes les diría que no se rindan. A veces uno mismo es su única motivación, y con eso basta. Hay que seguir, aunque el camino sea difícil”.

Al final, su mayor deseo es sencillo pero poderoso: “Quiero que mi papá esté orgulloso de mí, donde sea que esté. Y a mi mamá solo decirle que la amo con todo mi corazón. Esto también es tuyo, mamita”.

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(FIN) JAM/LIT

Publicado: 28/5/2025