Después de decenas de marchas a favor de la eliminación del monumento, lograron sacarlo.
Mientras removían la estatua de Robert E. Lee de la capital, cientos de personas festejaban y gritaban a todo el pulmón. Los gritos de alegría, los aplausos y de las bocinas fueron escuchadas en todo momento.
Lo bajaron lo más rápido posible, la estatua de Lee se quedó mirando directamente a la multitud que lo vitoreaba y se burlaban de él desde detrás de las barricadas. El gobernador Ralph Northam (D) y otros funcionarios estatales se quedaron mirando la remoción de la estatua.
“Probablemente siempre estuve 90 por ciento seguro de que íbamos a llegar aquí”, comentó Davis, quien es negro y asistió a la Universidad de Washington y Lee.
Un pequeño grupo de residentes presentó demandas fallidas para proteger el monumento, y la Corte Suprema de Virginia rechazó sus apelaciones la semana pasada y abrió el camino para su remoción.
“Ahora lo creo… Es maravilloso verlo”, agregó Davis, sosteniendo un gran cigarro momentos después de que la estatua fuera bajada al suelo. “Ojalá las personas que vinieron antes que yo y allanaron el camino para mí pudieran realmente ver esto. Al final, prevaleció la bondad “.
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Pero, ¿Por qué la querían remover?
Desde 1890, el imponente monumento se encuentra en su ubicación en Monument Avenue en Richmond, la antigua capital de la Confederación pro esclavitud, un grupo de estados del sur que luchó contra las fuerzas de la Unión en la Guerra Civil de 1861-65.
Básicamente, los pobladores alegan que esta estatua representa una injusticia racial por ser un “supremacista blanco”.
Otros pobladores diferían, ellos mencionaban que él había sido uno de los héroes que había luchado por su país para independizarse del yugo inglés (Inglaterra).
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