Al periodista Manuel Calloquispe nadie le contó cómo las actividades ilegales van devorando poco a poco los bosques amazónicos de la región Madre de Dios. Él nació allí.
“No había minería, ni crímenes. Nadie deforestaba el bosque. Nadie ponía en riesgo nuestras vidas ni a la Amazonía”, nos dijo al evocar su niñez. Hoy, libra una lucha por hacer periodismo ambiental en una región de la cual no quiere alejarse.
Años de aprendizaje
Pasa el tiempo y va a Lima. Estudia en la Facultad de Administración y Contabilidad de la Universidad Peruana Unión. “Aprendí a escribir, leer e investigar. Me enseñaron administración, pero aprendí periodismo”, afirmó.
De vuelta a Madre de Dios muchas cosas cambiaron. El precio del oro se disparó y atrae gente foránea para llevárselo. Escribe columnas sobre esta realidad en un diario local y trabaja para un canal de televisión de la zona.
“Informaba sobre la deforestación, la minería ilegal, la aparición de bandas criminales y asesinatos”, anotó. La llegada de Calloquispe al periodismo se dio con naturalidad: como va la corriente de un río amazónico hacia el mar.
Él vio cómo la zona donde vivió pasaba a ser amenazada por los mineros ilegales. Y eso lo marcó. Su tesón y coraje para denunciar atentados ambientales le llevó a formar parte de medios como Inforegión, Latina TV y El Comercio. 
Fauna y flora amenazadas
Madre de Dios es la tercera región amazónica más grande del Perú. Abarca 85 301 km². Es la mitad del territorio uruguayo. Entre 2021 y 2023 se deforestaron 23 881 hectáreas de bosque, según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina.
La minería ilegal incursionó en diez comunidades indígenas y zonas de amortiguamiento de tres áreas naturales protegidas. Si esto no se detiene, Madre de Dios no será más la “capital de la biodiversidad del Perú”. 
Calloquispe reportó varias veces sobre la minería ilegal en una zona conocida como La Pampa. Poniendo en riesgo su vida, reveló el accionar de mafias que la impulsan. Muchas actividades se paralizaron durante la pandemia, pero esta no, rememoró.
“Eso genera conflictos ambientales que yo reporto. Por eso mi posición firme de no retirarme del lugar, porque alguien tiene que hacer este trabajo”, afirmó. Sobre la tala ilegal nos dijo que esta consiguió “gente llegada de la selva central, quienes tienen experiencia en esto”.
Registró cómo valiosas especies madereras terminan comercializadas en el sur del Perú: Arequipa, Cusco, Tacna y Puno. Recordó también que esta actividad ilícita “se desarrolla en la provincia de Tahuamanu.
También con mucha fuerza en los ríos de las Piedras, Pariamanu y Pariamarca”. Respecto al tráfico ilegal de la fauna local, ha observado que se comercializan loros y monos (machines). A mucha gente les gusta tenerlos como mascotas, precisó.
Asimismo, se ha registrado la venta de cabezas de jaguares y de boas. “Increíblemente, hay gente que cree que la cabeza de una boa en una tienda les atraerá clientes”, lamentó.
El periodismo ambiental también lucha por sobrevivir
En varias ocasiones, Calloquispe fue agredido y recibió amenazas contra su vida en su valiente trabajo informativo. “Durante más de 15 años de cobertura periodística he solicitado hasta seis garantías personales al Estado peruano para proteger mi vida ante las amenazas contra mi integridad personal”, resaltó.
Las agresiones a los periodistas es un tema de preocupación mundial. Unos 44 periodistas que informaban sobre temas ambientales fueron asesinados en el mundo en los últimos 15 años. Al menos 24 sobrevivieron a intentos de asesinato. Ante ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) hizo un llamado para garantizar la seguridad de los periodistas ambientales. 
“En 2011, cuando me golpearon y me sacaron de la Plaza de Armas, en una protesta de los mineros ilegales, los mismos comunicadores de la región y algunos líderes políticos decían ‘Calloquispe se hace la víctima y de esa forma él quiere hacerse matar’. Cuando ingresaron a mi casa, por ejemplo, en el 2014, me golpearon delante de mi familia.
Tenía temor de lo que pase. Algunos me decían, vamos a Lima, a otro lugar; aquí hay muchos problemas”. Estas son algunas pinceladas de un cuadro hostil que Calloquispe pudo sortear y seguir laborando. En el 2014 empieza a pedir garantías para hacer su labor. No hay dudas: era el blanco de agresores que cuestionaban su modo de informar.
En los últimos años, adoptó medidas de protección. Utiliza chaleco antibalas si forma parte de un operativo contra la minería ilegal. Además, toma rutas diferentes al encaminarse diariamente al trabajo. “He llegado al extremo de tomar clases de defensa personal. Es otra etapa. Sé cómo enfrentarlo y sigo adelante”, nos dijo.
Llamado a las autoridades
Calloquispe consideró que el Estado peruano debe adoptar medidas de protección exclusivamente para los periodistas, así como se protege a testigos clave que informan a la justicia sobre cómo opera un grupo criminal.
“Eso no hay para un periodista que cubre la operación de organizaciones criminales que operan o protegen a economías ilegales en Madre de Dios”, advirtió.
Dato
Recientemente, Calloquispe recibió el premio Fleischaker/Greene al Valor Periodístico Internacional. Este le fue otorgado por la Universidad de Western Kentucky (Estados Unidos). El galardón reconoce al periodista que informa en situaciones peligrosas para proteger la libertad de expresión y liderar esfuerzos que den voz a poblaciones que no son reportadas.
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