En un país de crisis, los «Viernes Literarios» llevan 34 años probando que la cultura crea ciudadanos críticos, empáticos y solidarios. Su arma secreta: versos que despiertan conciencias.
Por: Leonardo Ataucuri E.
Entrevista al escritor y poeta Juan Benavente, quien nos revela como surgió sus famosos «Viernes Literarios».
¿Cómo surgió la idea de crear los Viernes Literarios y qué espacios culturales se usó?
Juan Benavente: Los Viernes Literarios nacieron el 18 de enero de 1991 en la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA), en un contexto marcado por los preparativos del centenario de César Vallejo y la revalorización de José María Arguedas. Surgieron para equilibrar la escena cultural, tradicionalmente dominada por recitales poéticos, incorporando también la narrativa. Pese a los desafíos de la época —como la violencia política y los frecuentes apagones, que obligaban a usar velas durante los eventos—, el proyecto se mantuvo ininterrumpidamente.
Tras una crisis institucional, el evento migró a diversos espacios: la Cooperativa Santa Elisa, la Casa del Maestro, la Biblioteca Nacional, la Casona de San Marcos, el Teatro Municipal, la Casa de la Literatura Peruana y el Museo Metropolitano de Lima, entre otros. Durante la pandemia, se adaptó al formato virtual desde el Centro de Operaciones, retomando luego la presencialidad en locales como Pachamama II y el Museo José Carlos Mariátegui.
A lo largo de 34 años, los Viernes Literarios han enfrentado la indiferencia estatal hacia la cultura, pero han consolidado su misión: promover la literatura como herramienta de transformación social. Hoy, siguen activos en el Museo Metropolitano de Lima, demostrando que la perseverancia cultural puede superar incluso las adversidades políticas y estructurales.
¿Cuál consideras que ha sido el impacto más significativo de los Viernes Literarios en la escena cultural limeña y peruana a lo largo de estos años?
J.B. Lo que más satisfacción se alcanzó fue el hecho de lograr que algunos escritores volvieran a la actividad literaria con más entusiasmo, tanto a escribir y publicar. Asimismo, permitió una mayor fluidez participativa de escritores que sistemáticamente se deleitaba con el evento que desde sus inicios tuvo buena acogida.
En realidad cada programa se constituye en una fiesta de la palabra donde lo escritores por fin dan a conocer sus trabajos literarios y el selecto público no solo se deleita; sino que vive la literatura viva con mayor expectativa.
¿Cómo ha evolucionado el formato de los Viernes Literarios desde sus inicios hasta la transmisión virtual actual?
J.B. Los Viernes Literarios han evolucionado de ser un evento presencial a un espacio híbrido que combina encuentros físicos con transmisiones virtuales, ampliando su alcance a nivel nacional e internacional. Gracias a las redes sociales, el público ahora incluye no solo a asistentes locales, sino también a seguidores de diversas regiones del Perú y países como España, Francia, Estados Unidos, México, Argentina y Uruguay, entre otros. Destacan participantes activos como Luis Alva Ampuero (España),Roger Santiváñez (EE.UU.),Porfirio Mamani (Francia) y Dolores Reyes (México), quienes interactúan mediante mensajes durante las transmisiones en vivo por Facebook.
A lo largo de su trayectoria, el evento ha establecido hitos importantes:
- Concursos literarios como el «Premio 1500VL» (2024),celebrando su edición número 1500.
- El Laurel Cultural, máxima distinción por trayectoria literaria.
- Programas especiales cada 100 ediciones y publicaciones esporádicas de revistas (Nina Harawiq, Revista VL).
- Actividades complementarias: visitas a escritores, almuerzos conmemorativos, talleres en colegios y homenajes póstumos con plaquetas conmemorativas.
- La editorial Ediciones VL, que publica obras literarias con discreción y constancia.
Desde la pandemia, la transmisión en vivo sin edición ha fortalecido la conexión con el público, consolidando a los Viernes Literarios como un referente cultural inclusivo y perseverante.
¿Cómo ha influido los Viernes Literarios, a través de estos años, en la promoción de nuevos poetas y escritores, así como a la formación de lectores?
J.B. Los Viernes Literarios se han consolidado como una plataforma esencial para la difusión literaria, atrayendo tanto a escritores emergentes como consagrados. Su carácter abierto e inclusivo ha permitido descubrir talentos ocultos – autores con calidad literaria pero de bajo perfil – a quienes se busca activamente para integrarlos al evento. Esto enriquece la experiencia del público, que disfruta no solo de lecturas, sino también de declamaciones, música y semblanzas, en un ambiente de acceso libre y democrático.
¿Cómo Los Viernes Literarios han sido fundamentales para democratizar el acceso a la literatura?
J.B. El proyecto ha logrado romper con los prejuicios elitistas que dominaban la escena literaria en las décadas de 1970 y 1980, cuando publicar era privilegio de pocos. Prueba de ello son los numerosos casos de asistentes que, comenzando como espectadores, terminaron publicando sus propias obras, consolidándose como escritores.
Esta iniciativa ha creado un círculo virtuoso donde la observación inicial se transforma en participación activa, y donde el contacto con autores experimentados sirve de inspiración para nuevos creadores. El éxito del formato radica precisamente en su capacidad para combinar el aprendizaje informal con la presentación formal de obras, eliminando barreras entre escritores establecidos y noveles. Así, los Viernes Literarios no solo promueven la literatura, sino que democratizan su práctica, confirmando que el talento literario, cuando se cultiva, puede florecer en cualquier persona dispuesta a trabajar en su desarrollo.
¿Cuál es rol social que cumple los Viernes Literarios en nuestro medio?
J.B. Considero en primer lugar el hecho objetivo de sensibilizar a todo ser humano a través de los versos y demás manifestaciones artísticas que se muestran en cada programa. En segundo lugar la permanente presencia del libro que permite a la invitación de su lectura en función de su interés. En tercer lugar, contribuir en el desarrollo cultural del país en todo el sentido de la palabra y prueba de ello es el lema de Viernes Literarios: “Solo la Cultura Salvará al Hombre”. Sencillamente es la tremenda posibilidad de concientización en nuestro medio y facilitar el espíritu crítico que todos debemos tener frente a la situación que vive el país en función de los postulados de una acción de un pueblo ya consciente, como producto de la lectura, difícilmente será engañado inclusive hasta por la clase política que define finalmente el destino del país.
¿Cuál sería tu mensaje, como referente de la cultura literaria, a quienes aspiran a promover eventos culturales?
J.B. El mensaje central aboga por una gestión cultural democrática e inclusiva, donde prime el respeto y la empatía hacia todos los escritores, con el fin de promover la literatura como herramienta de transformación social. Aunque Perú enfrenta graves problemas como la corrupción, la labor cultural persiste con la convicción de que el libro y la lectura pueden contribuir a un cambio positivo.
Pese al extendido mito de que «nadie lee», se observan avances gracias al esfuerzo de colectivos independientes que organizan recitales, ferias de libros y crean bibliotecas en todo el país. Estas iniciativas, aunque carentes de apoyo gubernamental sostenido, demuestran que existe un interés creciente por la lectura. El trabajo persistente de estos grupos va logrando, poco a poco, revertir la apatía y construir nuevos espacios para la cultura, confirmando que el cambio es posible desde la base social.
¿Cuáles son sus obras literarias que más satisfacciones le han dado?
J. B. Si bien es cierto que los escritores solemos decir de nuestros libros publicados que los queremos a todos por igual, es posible; pero siempre hay algunas situaciones que permiten la diferencia. No obstante el tiempo transcurrido debo mencionar que las obras que me llenaron de satisfacción fueron: En poesía: “…y el Hombre” (1993 y 2000). En narrativa: El cuento: “Dilema de Pancho” (1983),el cuento “Una Lágrima Ahogada”(1987),“Cuarenticuatrito” (1992) la novela “Chancalín” (2018) y el cuento “Puro Corazón” (2018).