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En 1964 el filósofo Henri Marcuse publicó en francés un libro con el sugestivo título de El hombre unidimensional. Su tesis era simple, la sociedad industrial había creado un hombre que se ajustaba a las necesidades del sistema y que no se planteaba cambiarlo. Su encefalograma era plano.

La parábola de Marcuse podría servir para caracterizar al gobierno de Francisco Sagasti. La pandemia ha creado la necesidad y la expectativa de la vacuna y el presidente y sus ministros es de lo único de lo que hablan. Mientras tanto, la economía se desploma y la sociedad sigue siendo lastimada. Pruebas al canto.

Las inversiones de capital se encuentran paralizadas por la incertidumbre, la economía tambalea y solo se sostiene en el dinamismo del sector informal, el dólar sube dizque por la época electoral, el boom del precio del cobre se le pasa al país por la nariz.

Ni los ministerios ni los gobiernos regionales y locales están ejecutando sus presupuestos. En enero y febrero los únicos concursos de obras que fueron convocados correspondían a los saldos no ejecutados del año pasado. Peor aún, tampoco hay convocatorias para perfiles y expedientes técnicos, con lo cual el nuevo gobierno no va a poder ejecutar ningún proyecto. Quien lo dude puede buscar con una lupa los poquísimos procesos convocados en la página del Organismo Supervisor de Contrataciones con el Estado.

El número de muertos por Covid-19 no disminuye y sigue encima de 200 por día. Los hospitales siguen colapsados y el oxígeno medicinal y los condensadores de oxígeno se venden en las calles a los precios más altos del mundo.

Por otro lado, el Estado sigue desbordado, la delincuencia tiene una hora diaria de difusión en todos los canales de televisión y los fiscalizadores municipales ni siquiera son capaces de hacer respetar las pistas, de dónde son corridos a golpes por los ambulantes.

Por si todo ello fuera poco, en las fronteras venezolanos y haitianos se dan maña para burlar los patrullajes de la policía y el ejército y aumentar la migración ilegal. Y estos son solo algunos de los problemas más visibles.

Pero ni siquiera el único tema de interés del gobierno: las vacunas, funciona bien. El sistema de información es muy malo, nadie sabe cuándo le toca vacunarse, la página del Ministerio de Salud para colapsada y la ineficiencia burocrática acrecienta en lugar de menguar las preocupaciones ciudadanas

Lo mejor sería que, aunque sea por tres meses, el presidente Sagasti y su equipo ministerial dejaran de ser unidimensionales y gobernaran un poco.