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Días atrás el ya candidato a la Presidencia Antauro Humala, en una conferencia de prensa en la ciudad de Cajamarca, señaló que de llegar a ser electo como primer mandatario “nacionalizará” las “mineras transnacionales” y que su posible gobierno optaría por apoyar a la “minería ilegal, artesanal e informal” que “contaminan menos y dejan más ganancias”.

Asimismo, auspiciada por diversas organizaciones no gubernamentales extranjeras, la eterna candidata en la izquierda marxista Verónika Mendoza, en unos “talleres” en el sur peruano, señaló directamente a algunas empresas mineras del sector de la minería moderna como las que estarían “contra el pueblo”. Además de ello, Verónika incluyó a la minería informal/en vías de formalización como la que estaría también “contra el pueblo” al que dice representar de manera tautológica.

Así, ambos, Antauro y Verónika, le han declarado la guerra a la minería nacional. Y cuando digo a la minería nacional es porque es a toda la minería nacional. Se dirá que Antauro —a diferencia de Mendoza— apoyaría a los mineros artesanales e ilegales, no obstante nada tiene que ver el uno con el otro. Es más, llegará un punto que la minería ilegal con sus grupos delincuenciales y criminales pongan en vilo la existencia de los mineros artesanales y en vías de formalización. Lo que en realidad Antauro está desarrollando es una alianza política con la ilegalidad en la minería y deja a los mineros en vías de formalización (el capitalismo popular minero) a merced de las bandas criminales.

Por su lado, el planteamiento de Mendoza de que la minería moderna y la minería en vías de formalización están “contra el pueblo” representa la poca capacidad, incoherencia y falta de reflexión acerca del impacto de la minería moderna como la minería de mediana y pequeña escala. Agregar que Verónika continúa con la perorata y la narrativa de mitos oscurantistas y posmodernos contra toda la minería, en especial la minería moderna.

Importante decir que cuando hablo de minería nacional recojo todo el potencial de este sector al margen de sus diferencias internas, que existen y son a veces muchas como abismales; y que, sin embargo, como decía líneas atrás, representan un potencial enorme que el Perú tiene tanto en la economía, la sociología y la cultura. En todo caso, sería un craso error que —como se dice por allí también— un sector de los dirigentes de la minería en vías de formalización termine apoyando propuestas colectivistas. Veremos.

Colocar cifras, datos o números en esta columna no sirve de mucho porque al final del día los seguidores de Verónika como de Antauro están abstraídos contando y desarrollando mitos, luchas de clases y guerritas contra la minería nacional. En todo caso, lo más importante es salirles al frente, claros y directos.

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