Super Mensajes

Iba escribir sobre mi viaje al Perú, tras seis años ausente. Del cariño con el que la familia me ha recibido. De la nostalgia que me embarga al retorno. Pero no es posible. La actualidad se impone.

Hablo de “La Carta”. La que el presidente del gobierno español envió expresando su malestar porque su esposa haya sido denunciada por corrupción, y porque el juez (en cumplimiento de su deber procesal) haya ordenado practicar pruebas.

La extensa carta, además de mal escrita, aburre. Hubiera podido decir lo mismo, con menos palabras. ¿Qué quiso decir Sánchez? Que su mujer no delinque (pensaba que estas afirmaciones corresponden al Poder Judicial). Que la quiere (a la ciudadanía eso no le incumbe). Y que “así” no vale la pena gobernar. (Afirmación impropia en un gobernante).

¿Qué pretende? Eso es lo que está siendo objeto de debate. ¿Pretende, de veras, dimitir?

No sería el primer presidente español en hacerlo. Lo hizo Suárez en los 80. Pero Sánchez —si dimite— será el primero en hacerlo, tras anunciar que se toma unos días de reflexión. ¿Es lícita esta clase de frivolidad?

Sánchez es un zorro astuto. No le doy el beneficio de la inocencia. Algo busca. Dudo que, precisamente, dimitir. Pero sí jugar con la ciudadanía.

Ya nos tiene acostumbrados a ello, y en honor a la verdad, hasta ahora, le ha salido bien. Pero España no se merece estar sumida en el desconcierto y menos un presidente que utiliza a la judicatura para enfrentarla a la sociedad, o que critica a la prensa que le hace oposición, bajo la tacha de fascistas o ultraderechistas, arrogándose ser el único interlocutor válido de la democracia, cuando lo que esta exige es que no se pronuncie su nombre en vano.

Veremos, qué pasa el 29 de abril.

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