Empató 1-1 con el Auckland City de Nueva Zelanda y fue eliminado del Mundial.
Con el ánimo en alto y una hinchada ilusionada, Boca Juniors encaró su último partido en el Grupo C del Mundial de Clubes frente a Auckland City. Sin embargo, el Xeneize se encontró con un rival inesperadamente aguerrido y terminó empatando 1-1, resultado que certificó su eliminación tras la victoria del Benfica sobre el Bayern Múnich.
El elenco argentino tomó la iniciativa en el primer tiempo. Una jugada a balón parado encontró remate de Lautaro Di Lollo, cuyo cabezazo se estrelló primero en el palo y luego en el cuerpo del arquero neozelandés Nathan Garrow antes de cruzar la línea. A pesar del dominio, Boca no logró ampliar su ventaja, acumulando hasta 38 remates sin contundencia suficiente.
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El encuentro se suspendió por más de 30 minutos en el segundo tiempo debido a una tormenta eléctrica que obligó al árbitro Glenn Nyberg a interrumpir las acciones. Al regresar, Auckland City, equipo semiprofesional y expulsado del certamen, sacó fuerzas de flaqueza y Christian Gray, defensor y maestro de profesión, conectó un cabezazo letal para decretar el empate. Fue el primer gol de los “amateurs” en toda la Copa, un hito histórico para el modesto conjunto oceánico.
Con este empate, Boca cierra su participación con dos unidades y queda fuera de los octavos, ya que Benfica y Bayern se adueñaron de los dos primeros lugares. El resultado representa no solo una decepción deportiva, sino también una cachetada de realidad: no basta con dominar el juego, hace falta contundencia.
Y es que, Boca Juniors no pudo anotar más de un gol a un equipo que en la primera fecha recibió 10 goles por parte del Bayern Múnich, y en la segunda jornada el Benfica le propinó un 6-0. Sin duda alguna, Boca echó a la basura todo el respeto que se ganó en este Mundial de Clubes.