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Es algo digno de ser destacado que el ministro de Economía no se deje distraer por el clima de polarización y de erosión de las instituciones que prevalece en nuestro país. José Arista sabe que su función no es la de pronunciar discursos vacíos y menos aún la de defender a autoridades bajo sospecha. Aunque se trate de su jefa. Su función es crear condiciones que favorezcan la inversión y mejoren la calidad de vida de los peruanos. Mientras otros alimentan la discordia y ceden a presiones populistas, el ministro de Economía hace lo suyo: evaluar proyectos, calcular los costos, diseñar las modalidades de inversión y convocar las licitaciones. A la salida del Consejo de ministros de ayer José Arista adelantó que el mes de abril se lanzará un proyecto de infraestructura llamado a tener un impacto mayor en nuestra capital: la construcción de la primera parte de un anillo vial periférico que permita aligerar el tráfico en el Callao y en Lima, permitiendo que los vehículos que van de un extremo a otro puedan hacerlo sin entrar a la ciudad. La idea no es una novedad, existe desde hace mucho tiempo en las principales ciudades de los países desarrollados. Entre nosotros hace años que existen planes y se multiplican las promesas, pero esta vez parece una iniciativa con calendario y presupuesto. Se trata de una obra que costaría 3,400 millones de dólares, que permitiría desplazarse a 80 kilómetros por hora desde el Callao hasta Surco y que podría estar lista en cuatro o cinco años. El ministro precisó que los trabajos podrían comenzar a fines de año y generar 10,000 empleos directos. Es saludable que hayan políticos que piensen en las necesidades reales de la población y no en destruir a sus adversarios y de paso a las instituciones que se oponen a su arbitrariedad.

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