Una conmovedora historia que estremece al mundo. Paul Alexander, el hombre que desafió a la poliomielitis dentro de un pulmón de acero durante 72 años, falleció.
Desde los 6 años, cuando contrajo la enfermedad, hasta su último aliento, luchó con valentía contra las limitaciones impuestas por la parálisis. Este miércoles, la máquina que lo mantuvo vivo durante décadas se silenció para siempre.
Nacido en Dallas (Texas), Alexander fue uno de los miles de niños afectados por la poliomielitis en 1952, un año devastador para la enfermedad en Estados Unidos. A la edad de 6 años, fue introducido en el pulmón de acero, una máquina que se convirtió en su hogar y su prisión durante el resto de su vida.
El pulmón de acero, una tecnología de la década de 1920, se convirtió en su compañero constante, ayudándolo a respirar mientras su cuerpo luchaba contra la parálisis causada por el virus. Aunque la vacuna contra la polio fue descubierta poco después de su infección, Paul Alexander ya estaba atrapado en su lucha contra la enfermedad.
En un emotivo relato, Paul Alexander recordó cómo perdió gradualmente la capacidad de moverse y respirar, siendo dependiente del pulmón de acero para cada inhalación. Sin embargo, su espíritu indomable lo llevó a sobrevivir y a convertirse en un símbolo de resistencia para miles de personas en todo el mundo.
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A pesar de las limitaciones físicas impuestas por la polio, Paul Alexander se negó a rendirse ante la adversidad. Completó la primaria y la secundaria desde su hogar y, a pesar del rechazo inicial debido a su discapacidad, se graduó como Doctor en Derecho en 1984. Como abogado, luchó incansablemente por los derechos de las personas con discapacidad.
En 2020, Alexander compartió su historia con el mundo a través de su libro ‘Three Minutes for a Dog: My Life in an Iron Lung’, escrito con perseverancia y determinación a lo largo de cinco años.
Además de relatar su propia lucha, Paul Alexander abogó fervientemente por la vacunación contra la poliomielitis, advirtiendo sobre los peligros de los movimientos antivacunas.
Su legado perdurará como un recordatorio de la importancia de la vacunación y la lucha contra enfermedades prevenibles. Aunque el pulmón de acero que lo mantuvo con vida haya dejado de funcionar, el espíritu indomable de Paul Alexander seguirá inspirando a generaciones venideras.
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