Por Laura Latínez
Nietzsche decía “mi soledad no depende de la presencia o ausencia de otras personas, al contrario, odio a quien me roba mi soledad sin a cambio ofrecerme compañía de verdad” y cierto es que muchas veces, en el inmediatismo de querer cubrir necesidades de compañía, nos conformamos con relaciones de baja calidad, sean éstas relaciones amistosas o de pareja.
Son diversos los factores que nos llevan a no querer “estar solos” hablando en el sentido estricto de pareja, desde carencias afectivas de nuestra infancia, aburrimiento por falta de rumbo en nuestra vida, sentir que estamos en una edad en la que ya deberíamos habernos casado, entre otros.
FALSA EXPECTATIVA
Desarrollamos la insensata esperanza de que alguien ajeno, llene nuestros vacíos, aún cuando esa persona tendrá los suyos propios y ninguno cumplirá, entonces, esa falsa expectativa de uno puesta en el otro; quien quiera tener una relación de calidad, debe aprender a reconocer y trabajar en sus propias carencias, que lamentablemente nadie más podrá resolverle.
Bien dicen que para ser capaz de dar felicidad a otros, debe uno primero ser feliz, y lo mismo aplicará para: dar paz y dar estabilidad, que son conceptos incluso mucho más tangibles y útiles en la práctica, que la tan idealizada “felicidad”.
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