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Una misteriosa oscuridad” envuelve la muerte de esta “belleza inusual”, informó el diario Fränkische Tagespost dos días después de que el cuerpo de Angela Maria Raubal fuera descubierto en el apartamento de Adolf Hitler en Munich. La llamaban Geli, abreviatura de Angela, era la media sobrina de Hitler y, según el respetado biógrafo alemán del líder nazi Joachim Fest, “su gran amor, un amor tabú”.

Fue hallada muerta con una herida de bala en el pecho con la pistola de su tío a su lado

Aunque la naturaleza física precisa de ese “amor” ha sido objeto de un acalorado debate entre los historiadores, pocos dudan de que ella fue, como dijo el historiador William Shirer, “la única historia de amor verdaderamente profunda de su vida”. Pero el 19 de septiembre de 1931, Geli fue encontrada muerta en su dormitorio en el apartamento de Hitler en Munich, Alemania.

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Fue descubierta en un charco de su propia sangre con una herida de bala en el pecho con la pistola de su tío a su lado. Nunca se hizo una investigación, ni siquiera una autopsia, lo que, en vez de sofocar rumores, los alentó, alimentando un enigma que, 9 décadas después, sigue sin resolverse.

 

EL TÍO ALF

 

Geli llegó de lleno a la vida de Hitler cuando ella tenía 17 años y él 36, pues su “tío Alf” invitó a su madre, Angela, quien trabajaba como ama de llaves en Viena, a que fuera a hacer lo mismo pero en su casa en Munich. Pronto, quien ya era líder del partido nacionalsocialista cayó rendido a los pies de su sobrina, a quien describió como una “belleza inusual”.

Geli hacía que se comportara “como un hombre enamorado” que “la seguía muy de cerca” cual “adolescente enamorado”, según el empresario Ernst Hanfstaengl, quien durante mucho tiempo fue un amigo cercano y colaborador de HItler.

Konrad Heiden, uno de los primeros y más respetados periodistas en hacer una crónica de Hitler, relató que la paseaba por los pueblos “mostrándole como el ‘tío Alf’ podía hechizar a las masas”. Pero ella no se quedaba atrás.

“Es una adolescente alta y atractiva, siempre alegre y tan inteligente con las palabras como su tío”, escribió Rudolf Hess, quien se convertiría en el lugarteniente del Führer, en 1927. “Hasta él difícilmente puede competir con su ingenio”. En Munich. desfilaba del brazo de ella, llevándola a cafés, reuniones sociales y espectáculos, mientras le pagaba lecciones de canto con el sueño de algún día llegar a verla encarnando a una de las heroínas de sus amadas óperas wagnerianas.

Y entre más aumentaba su poder y fortuna, más se afianzaba la relación. Cuando Hitler se mudó a su lujoso apartamento en la elegante Prinzregentenplatz de Munich, le pidió a Angela que se mudara a su casa más grande, su villa Berghof en Berchtesgaden, pero Geli se quedó con él, en uno de los 9 dormitorios. Para entonces, la chica tenía 21 años y había pasado de ser la hija de una empleada doméstica a la reina en la corte de quien era descrito como “el rey de Munich”, algo que provocaba admiración y envidia.

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¿JAULA DE ORO?

Con un personaje tan amado y tan odiado como Hitler, es difícil saber qué de lo que se dijo fue cierto. Pero varias fuentes indican que, a pesar de que al futuro emperador del imperio nazi le gustaba exhibir a su sobrina para que fuera admirada, lo consumía algo que el primer biografo de Hitler Allan Bullock llamó una “celosa posesión”.

Hoffman cita a Hitler en su libro “Hitler fue mi amigo” (1955) diciendo: “Estoy tan preocupado por el futuro de Geli que siento que debo velar por ella. “Amo a Geli y podría casarme con ella. Pero sabes cuál es mi punto de vista. Quiero permanecer soltero. Así que retengo el derecho de ejercer una influencia en su círculo de amigos hasta que encuentre al hombre adecuado.

“Lo que Geli ve como compulsión es simplemente prudencia. Quiero evitar que caiga en manos de alguien inadecuado”. Según Henriette, Geli se volvió cada vez más indiferente hacia Hitler mientras él se apasionaba cada vez más por ella.

Y se enamoró de uno de esos inadecuados: Maurice, quien a su vez admitió haberse “enamorado locamente” de Geli.

Según contó, su amiga le dijo que ya no quería ser amada por Hitler y prefería su relación con el chofer: “Ser amada es aburrido, pero amar a un hombre, ya sabes, amarlo, de eso se trata la vida. Y cuando puedes amar y ser amado al mismo tiempo, es el paraíso”.

Cuando Hitler se enteró, rechazó violentamente la idea de que se comprometieran, al menos por un tiempo, según deja ver una carta de Geli de diciembre de 1928. “Tío Adolf insiste en que esperemos dos años, piénsalo, Emil, dos años enteros de solo poder besarnos de vez en cuando y siempre teniendo al tío Adolf a cargo, solo puedo darte mi amor y serte incondicionalmente fiel. Te amo infinitamente mucho”.

Maurice fue despedido.

 

EL ÚLTIMO DÍA

El viernes 18 de septiembre hace 91 años fue el último día de vida de Geli. Tanto el tío Alf como su sobrina tenían planes de viajar. Hitler tenía un mitin el sábado por la noche en Hamburgo para iniciar su próxima campaña presidencial.

Geli quería irse a Viena. Algunos dicen que para siempre.

Casi todas las fuentes, con excepción de Hitler, aseguran que tuvieron una fuerte riña pues él le ordenó que se quedara en casa durante su ausencia. En algún momento, ella se encerró en su habitación. Su último acto conocido fue empezar a escribir una carta, que decía: “Cuando vaya a Viena, espero que muy pronto, conduzcamos a Semmering y…”.

No terminó la primera frase. Ni siquiera escribió completa la última palabra: ‘y’ en alemán es ‘und’ y ella sólo alcanzó a escribir ‘un’. Se convirtió en una de las piezas del rompecabezas eternamente incompleto. Después de que la encontraran muerta al otro día, se dijo que se había suicidado. ¿Por qué suspendió su escritura en ese momento? Y, sobre todo, ¿por qué alguien a punto de quitarse la vida escribiría algo tan optimista?

También se dijo que fue un accidente, la versión de los hechos preferida por Hitler, quien, aterrado de que el escándalo pusiera un abrupto fin a sus aspiraciones de poder, le escribió al Münchner Post:

No es cierto que estaba teniendo peleas una y otra vez con mi sobrina [Geli] Raubal y que tuvimos una pelea sustancial el viernes o en cualquier momento antes de eso.

No es cierto que yo estuviera decididamente en contra de que ella fuera a Viena.

No es cierto que ella se iba a comprometer en Viena o que yo estuviera en contra de un compromiso. Es cierto que mi sobrina estaba atormentada con la preocupación de que aún no estaba en condiciones de su aparición pública.

Quería ir a Viena para que un profesor de voz revisara su voz una vez más.

No es cierto que salí de mi apartamento el 18 de septiembre después de una feroz pelea. No había riñas, ni emociones, cuando salí de mi apartamento ese día.

Hay un vertiginozo número de versiones conflictivas sobre lo que ocurrió.

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