Las incursiones militares recientes de Israel, seguidas por las de Estados Unidos en un contexto en el que el país del Norte realizaba negociaciones con Irán sobre su programa de desarrollo nuclear, son acciones ilegales, violatorias del derecho internacional y de la propia Constitución de los Estados Unidos, que requiere la aprobación del Congreso para atacar militarmente a otro país. Más que el peligro que supuestamente representaba el desarrollo del programa nuclear, que ambos países aducen recurrentemente desde hace décadas, lo que les interesa es desestabilizar al gobierno iraní por sus alianzas internacionales y su apoyo a la causa palestina. Por los informes de sus agencias de inteligencia sabían que tal peligro no existía en el corto plazo.
El ataque de Israel
Los ataques lanzados por Israel el 13 de junio contra instalaciones nucleares e infraestructura militar clave iraní, así como edificios residenciales –que provocaron la muerte de altos oficiales, científicos nucleares y civiles–, puso al mundo al borde de una crisis que podría haber desembocado en una similar a la de los misiles en Cuba, en 1962. El ataque israelí, con consentimiento del presidente Donald Trump, tuvo lugar cuando faltaban 48 horas para que concluyeran las negociaciones que se realizaban en Omán entre Irán y Estados Unidos sobre el programa nuclear iraní.
Contrariamente a Israel, que no es parte del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP),Irán, al pertenecer, estaba sujeto a revisiones sistemáticas. En marzo de este año, la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, testificó ante el Congreso de Estados Unidos sobre el programa nuclear de Irán e informó que ese país no estaba construyendo un arma nuclear a pesar de que había enriquecido uranio a niveles más altos. Pero Trump desestimó la evaluación de las agencias de espionaje de su país y dijo que no le importaba lo que ella dijera, que en su opinión Irán estaba “muy cerca” de tener una bomba nuclear.
El gobierno iraní respondió a los ataques de Israel en legítima defensa y anunció el lanzamiento de la Operación Promesa Verdadera 3, con cientos de misiles iraníes que vulneraron el “impenetrable” Domo de Hierro. Los objetivos alcanzados por misiles lanzados desde Irán en las ciudades de Tel Aviv y Haifa sorprendieron por su precisión. Israel necesitaba el apoyo militar de Estados Unidos para derrocar al gobierno iraní, el principal objetivo de esta aventura bélica. El presidente Trump tuvo al mundo en vilo cuando dijo que se tomaría un plazo máximo de dos semanas para decidir si se involucraba.
El ataque de Estados Unidos
El 21 de junio, dos días después de dicho anuncio, Trump informó haber culminado con gran éxito un bombardeo contra tres instalaciones nucleares en Irán, entre ellas Fordo, Natanz e Isfahán. En una declaración televisada, añadió: «Nuestro objetivo era la destrucción de la capacidad de enriquecimiento de uranio de Irán y un alto a la amenaza nuclear planteada por el Estado patrocinador del terror número uno del mundo». Y describió los ataques como un «éxito militar espectacular» que produjo la destrucción «completa y total» de las tres instalaciones nucleares.
Al día siguiente, el gobierno iraní lanzó un ataque en Qatar contra la mayor base militar estadounidense de Oriente Próximo. Trump agradeció a Irán que avisara por adelantado de la ofensiva, que definió como “muy débil” puesto que el Pentágono aseguró que la agresión no provocó víctimas. Horas después, Trump propuso un alto el fuego entre Israel e Irán, que ambos han acatado, pero que es a todas luces precario. Irán ha anunciado el retiro de la Organización Internacional de Energía Atómica de la ONU (OIEA) por no haberse pronunciado sobre los ataques perpetrados por Israel y estados Unidos a sus instalaciones nucleares a pesar de estar prohibidas por los tratados internacionales.
El supuesto éxito espectacular de los bombardeos estadounidenses descritos por Trump, han sido desmentidos por informes de inteligencia que señalan que las instalaciones nucleares de Irán no fueron eliminadas con los ataques estadounidenses, y que como máximo, retrasarán su desarrollo nuclear apenas entre tres a seis meses.
La anti diplomacia
Hipnotizado con el espejo de la imagen que proyecta su ego, Trump carece de la capacidad diplomática para resolver un conflicto de estas dimensiones. Así, por ejemplo, cuando apenas habían sido sepultadas las autoridades iraníes fallecidas durante la primera incursión israelí, el presidente dijo que tenía conocimiento de la ubicación exacta del líder supremo de Irán, Alí Jamenei, pero descartó, “al menos por ahora”, la posibilidad de eliminarlo.
Trump tiene una enorme responsabilidad en la situación actual. En 2018 se retiró del Plan de Acción Integral alcanzado en 2015 para reorientar el programa nuclear iraní hacia fines civiles a cambio del levantamiento de las sanciones que tanto los países firmantes (Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido, Francia y Alemania) como la Unión Europea y las Naciones Unidas habían adoptado previamente. Desoyendo a sus asesores, a las otras partes del Acuerdo, y sin ninguna estrategia, sus explicaciones apuntaban a que sólo la disuasión solucionaría los problemas asociados a la proliferación y todos los demás derivados del “maligno” comportamiento iraní. Siete años después, las conversaciones entre Irán y Estados Unidos se retomaron en abril de este año. Las primeras fueron calificadas como “muy positivas y constructivas”.
El ataque israelí a Irán y la ruptura de las negociaciones dieron lugar a que al presidente Trump se le ocurriera decir que los iraníes lo habían contactado para negociar en la Casa Blanca, pero ya era demasiado tarde para hablar. La misión permanente de Irán ante la ONU aclaró inmediatamente que “ningún funcionario iraní ha pedido jamás humillarse ante la Casa Blanca. Lo único más despreciable que sus mentiras es su cobarde amenaza de ‘eliminar’ al líder supremo de Irán”. Dijeron que Irán “NO negocia bajo presión, NO aceptará la paz bajo presión, y mucho menos con un belicista en decadencia”.
Aislamiento
El desprestigio y aislamiento de Estados Unidos e Israel es creciente. Hace veinte días, el primero fue el único país que vetó en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas una Resolución para poner un alto el fuego en Gaza. El 12 de junio esa misma resolución –que exige un alto el fuego inmediato, incondicional y permanente en Gaza, al igual que la liberación inmediata de todos los rehenes, la entrada de ayuda humanitaria irrestricta y la rendición de cuentas de parte de Israel– obtuvo 149 votos a favor, 12 en contra (Estados Unidos, Israel, la Argentina y Paraguay entre ellos) y 19 abstenciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
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