Augusto Lostaunau Moscol, historiador
El 5 de septiembre de 1929 murió el joven poeta chalaco Carlos Concha Boy con tan sólo 19 años de edad. Nacido en el Primer Puerto un 10 de enero de 1910, el juvenil vate ya era reconocido y su obra muy respetada. Con él, El Callao se consagró como tierra de grandes poetas y escritores. La lírica porteña adolescente se inscribió en las páginas de la historia de la literatura peruana.
Estudio su secundaria en el San José Maristas, institución educativa de reconocido prestigio y que siempre atrajo a los sectores de vanguardia del puerto. Es en sus aulas donde Carlos Concha Boy inició su afición por la literatura y por la poesía en especial. A inicios del siglo XX, era moneda corriente que en los diarios aparecieran poemas escritos por aficionados enamorados, poetas nóveles y poetas reconocidos. Los diarios de Lima mantenían esa tradición propia del siglo XIX. El Callao, diario decano del puerto, también publicó hermosos versos, donde hemos ubicado extraordinarios poemas dedicados a las calles y las costumbres chalacas. La lectura diaria de aquellas creaciones marcó los años de adolescente de nuestro púber poeta. El pueblo lector se cultivaba intelectualmente en cada página. Además, eran los tiempos en los que los estudiantes de Derecho de San Marcos trabajaban de periodistas o, mejor dicho, verdaderos cronistas. “Una noticia no se cuenta sola” sentenciaban los directores de aquellos años.
Así mismo, la influencia de Dora Mayer de Zulen, determinó su precoz presencia en la literatura porteña. Estando en el colegio, inició sus colaboraciones en los diarios y revistas de su época. Por ello, se pueden encontrar sus creaciones en Variedades, La Crónica, Mundial, El Comercio, La Revista y El Callao. Además, influido del periodismo de su época, fundó y dirigió El Puerto, diario de efímera vida, pero muy marcado por la creación literaria, principalmente la creación poética. Las artes literarias siempre ocuparon un lugar muy importante en la prensa del siglo XIX e inicios del siglo XX.
Grandes escritores se forjaron en el día a día. De breves notas a importantes comentarios. De pequeños poemas a majestuosas novelas. No cabe duda que fueron los diarios la verdadera cátedra donde muchos de nuestros escritores se han hecho universales.
Pese a su extrema juventud, la poesía de Carlos Concha Boy traspasó nuestras fronteras en forma rápida, siendo publicado principalmente en Colombia y Cuba. Aunque, también se han ubicado poemas suyos en publicaciones de otros países como Uruguay, Argentina, Chile y México. Vale decir, el niño prodigio de la literatura peruana se encontraba en pleno ascenso cuando la muerte lo sorprendió.
La muerte de Carlos Concha Boy fue muy sentida en El Callao y en Lima. No sólo había muerto un poeta extremadamente joven; sino también, había muerto un joven poeta extremadamente leído. Sus funerales fueron masivos. Eran tiempos de una política violenta impuesta por la dictadura de Leguía. Pese a ello, el pueblo chalaco salió masivamente a despedir a su joven voz.
En 1930, al cumplirse el primer año de su muerte, se realizó un sentido homenaje organizado por Dora Mayer de Zulen y Néstor Gambetta. Además, se compilaron 95 poemas publicados en forma dispersa y se organizó el poemario Anhelos de Redención (que también será conocido como Ángeles de Redención). Así mismo, muchas de sus creaciones fueron tomadas como letras para ser interpretadas en valses criollos. Por ello, siempre se ha relacionado a Carlos Concha Boy con los compositores criollos de inicios del siglo XX, principalmente con Carlos A. Saco y Felipe Pinglo Alva. En voces de varoniles cantantes de quinta y balcón, sus creaciones se popularizaron. Las clases trabajadoras las hicieron suyas y hoy forman parte de la tradición musical de un pueblo.
Su poema Romanticismo forma parte del acervo musical criollo interpretado magistralmente por Rafael Matallana.
ROMANTICISMO
El soñador hechizo de tus ojos
Junto al romanticismo de mi vida
Es como un cántico de miel vertida
Para consolación de mis antojos.
Rendido te adorara yo de hinojos
Con la llama de amor más encendida
Y lavando la sangre de mi herida
Me pusiera a jugar con tus abrojos
Yo daría por ti la emoción plena
Palpitando en el linde del ensueño
De una noche de lírica verbena
Yo probara también de tu beleño
Y buscara tu miel para mi pena
Pero…divina mía ¡Esto es un sueño!