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La recuperación del turismo viene dándose a distintas velocidades, dependiendo del segmento. El turismo interno es el más dinámico, no solo alcanzando los números prepandemia, sino superándolos. El receptivo aún no se nivela del todo, pero está cerca. Donde andamos más rezagados es en el turismo corporativo, específicamente el internacional, que ha caído 1/3 versus 2019.

¿Por qué es relevante? Primero, se trata de un viajero de alto valor, con un aporte económico superior a los otros segmentos. El local gasta al día aproximadamente S/100, el extranjero US$100, el corporativo internacional US$200. Estar 30% debajo significa que dejamos de percibir alrededor de US$9 millones al mes, US$108 millones al año.

Segundo, parte importante de nuestra infraestructura turística está dirigida precisamente a este tipo de visitante. Como centro financiero del país, Lima recibe al 90% de corporativos, por lo que hoy se arrastra una fuerte brecha. Lo mismo en regiones como Piura, La Libertad, Lambayeque, Cajamarca, Arequipa, Chimbote. Si hay turismo corporativo, es porque hay inversión en sectores como agroindustria, minería, pesca, hidrocarburos. Es señal de una economía saludable, de un país que genera la confianza para atraer las divisas que requerimos para generar desarrollo y reducir la pobreza.

El rol del Ejecutivo y Legislativo es fundamental. Acá no se trata de promocionar los atractivos y ofrecer paquetes competitivos, que es lo que podríamos hacer como sector, sino de ofrecer estabilidad y predictibilidad. En suma, reglas de juego claras. Durante 25 años lo supimos hacer. Atraíamos inversiones del mundo entero y nuestra resistencia y resiliencia ante las crisis globales eran la envidia de nuestros vecinos. Pero en los últimos tiempos nuestro rumbo se ha tornado errático. El éxodo de profesionales y la reciente baja en la calificación crediticia son claras llamadas de atención.

Por supuesto, también hay luces favorables. El megapuerto de Chancay, que debería iniciar operaciones hacia fines de año, está concitando gran interés internacional. Además, volveremos a ser anfitriones del APEC y sede de los próximos Panamericanos. Todo eso nos pone en el mapa y nos muestra que, a pesar de los traspiés, el Perú sigue siendo una plaza interesante. Sin embargo, de no enmendar el rumbo, lo construido durante décadas se pone en riesgo.

Pedimos la mayor responsabilidad y visión de futuro a nuestras autoridades. Nos urge enmendar el rumbo. ¡Mostrémonos a la altura de lo que el Perú requiere!

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