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Cada vez que se acercan las elecciones, diversos personajes aspiran a llegar a la Casa de Pizarro. Cada uno con una historia que contar y una lista de propuestas, populistas, por lo general. Pero, el Perú demanda un liderazgo transformador, capaz de unir a la nación y forjar un futuro próspero y equitativo.

Necesitamos ese líder que no solo prometa unidad, sino que la encarne en cada acción y decisión. La polarización que nos aqueja debe ceder paso a un diálogo constructivo, sobre una visión de estadista, donde las diferencias se conviertan en oportunidades para la innovación y el crecimiento. Que lidere un gobierno que priorice el desarrollo territorial sostenible, la seguridad ciudadana, la transparencia y la participación. No debe ser populista y acomodarse al discurso de moda, sino que, por el contrario, transmita el porqué de sus decisiones y afronte las consecuencias de los resultados con firmeza y humildad.

Su visión integral debe centrarse en aprovechar el potencial de cada región para generar desarrollo económico y bienestar social para todos los peruanos, generando las condiciones de servicios e infraestructura que el sector privado necesita para crecer.

Debe enfrentar la inseguridad ciudadana con determinación, abordando las causas de la criminalidad, trabajando sobre una estrategia de prevención y de fortalecimiento de las instituciones encargadas de mantener el orden. Debe promover la transparencia en la gestión pública, fortalecer el sistema judicial y perseguir sin tregua a los corruptos. Solo a través de una administración ética y responsable podremos recuperar la confianza en nuestras instituciones y sentar las bases para un futuro más justo y equitativo.

Pero, el verdadero motor del cambio reside en nuestra juventud, en su energía, su creatividad y su compromiso con un mundo mejor. Por ello, deberá abrir espacios para la participación activa de los jóvenes en la vida política y social del país, empoderándolos como agentes de transformación y futuro de nuestra nación.

Sin embargo, en nuestro camino hacia la construcción de un Perú próspero y sostenible, debemos ser conscientes de los desafíos que enfrentamos, especialmente el de la pobreza, la alta criminalidad y el cambio climático, que no solo amenazan nuestro bienestar presente, sino también el legado que dejaremos a las generaciones futuras.

Es crucial que abandonemos el idealismo superficial y nos comprometamos con acciones concretas y responsables.

Los invito a alimentar esta esperanza y lograr que nuestro voto convierta estas modestas ideas en la base para la acción del próximo gobierno y tengamos un verdadero líder con vocación de servicio y capacidades idóneas para iniciar el cambio que todos los peruanos anhelamos.

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