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El Pleno del Congreso aprobó el jueves la ley que dispone un séptimo retiro de los fondos de las AFP, con todas las consecuencias que esto tendrá para la población asegurada y la economía futura del país.

Según la Superintendencia de Banca y Seguros, hasta 8.3 millones de personas, 89% del total de afiliados a las AFP, podrían quedarse con cero soles en su fondo. El cortoplacismo de nuestros políticos representados en el Congreso ha vuelto a hacer de las suyas, solo para atenuar el creciente desprestigio de la institución parlamentaria con medidas populistas, sin ninguna otra base que el cálculo político.

Dejar desprotegidos a los aportantes supondrá una carga adicional para un Estado que como administrador de fondos previsionales ha sido un absoluto e histórico fracaso. Y, desde luego, hablamos también de una más que cantada conflictividad social cuando llegue el día en que estos ciudadanos –a los que durante años se les ha hecho el descuento respectivo en su boleta mensual de pagos– se encuentren con que, en su fondo de pensiones, no quede ni para rascar la olla.

Los 27,000 millones de soles que saldrían del sistema mermarán significativamente los recursos de las AFP y, por lo tanto –aunque no lo perciban hoy mismo–, el futuro poslaboral de los peruanos será seriamente afectado.

Cabe decir, sin embargo, que las AFP tampoco se han interesado en devolver la confianza a los aportantes, por ejemplo, con campañas de comunicación de gran alcance que ilustren y adviertan sobre el peligroso significado de un nuevo retiro.

Está claro que esquemas estatales como el de la ONP son ya cachivaches del pasado que han demostrado ser inservibles hasta la saciedad (¿recuerdan las marchas de “los viejitos”, tan frecuentes en las últimas décadas del siglo anterior?). Pero que la administración privada de los fondos sea mucho mejor, no implica que este sistema deje de ser mejorable.

Como se ha dicho, se trata de un duro golpe al mercado financiero y a la reactivación económica del país, pero el impacto en el futuro que espera a los trabajadores peruanos será, asimismo, peor y mayúsculo.