Super Mensajes

Cuando los hospitales colapsan por falta de insumos médicos y capacidad de atención, se dice normalmente que los médicos entregan los hospitales. Lo que ha continuación describo es una realidad similar pero que sucede en las calles capitalinas. Levanto mi voz de alerta.

Lunes (1 p.m.): Cuando el gobierno del presidente Sagasti dispuso la ampliación del estado de inmovilización para cortar la cadena de contagios de la Covid-19 imaginé volver a marzo del 2020 donde nos obligaron a permanecer en casa, pero esta vez no ha sido así.

Se dictaron medidas más laxas que permitía el tránsito peatonal de una hora (cosa que nadie cumple) y la apertura de locales comerciales para no asfixiar la economía nacional. Hasta ahí todo bien porque se iba haciendo algo… pensé.

La prohibición de circular en autos particulares ha obligado a los peruanos a tomar las unidades de servicio público. Recuerdo que al iniciarse la medida sí actuaron las autoridades escrupulosamente y solo permitían ir a los pasajeros sentados, distanciados y protegidos.

Hoy, en esta segunda ola y consecuente segunda inmovilización observo que se han relajado las medidas. Suelo ver que los ómnibus van repletos de gente. La orden de que nadie viaje de pie es letra muerta. El uso de protectores faciales, también.

Es obvio percibir que muchos de los pasajeros que van en estas unidades de servicio público no cuentan con sus permisos laborales tal como la norma lo indica. Familias enteras suben en evidente actitud de paseo.

Las combis cierran el paso cuando les da la gana. Baja el cobrador y empieza a llamar (sin mascarilla) a los pasajeros. Por más que toquemos el claxon el cobrados no hace caso y sigue blandiendo los brazos tratando de llenar su unidad.

Yo estoy casi seguro que de la totalidad de autos que salen a generar el tráfico, ni el 10% cuenta con permiso. La policía ni se asoma y las FF.AA. tampoco.

Los pobres semáforos indican el rojo por las puras, porque muchos siguen cruzando como si nada. Doblan en esquinas no autorizadas, paran a mitad de pista… un caos.

No quiero ser exagerado pero siento que muchos peruanos realmente necesitan alguien que los reprima y al no verlos en las calles, sienten que son los amos de las calles. Esa es mi percepción. Hay un resquebrajamiento de normas que preocupa porque puede hacernos retroceder como país civilizado so pretexto de la pandemia.

La pandemia a despertado la solidaridad en muchísimos compatriotas, pero también ha servido para que muchas autoridades sean descubiertas en su insano apetito por lograr un provecho propio sin importarles las normas que ayuden a salir de esta pandemia de la mejor forma posible. Sigo en la vía.

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