Super Mensajes

Por: Rolando Donayre

Una buena práctica ciudadana que nos ha llegado desde el incanato es la forma de voluntariado denominado Ayni. Esta modalidad de trabajo es la expresión de un valor tan importante como es LA SOLIDARIDAD, la cual hemos heredado de nuestros antepasados.

Aún hoy en nuestra serranía, en las comunidades andinas, la solidaridad sigue vigente como una mano amiga, que apoya al que más lo necesita. Con esta costumbre social toda la comunidad pudo salir adelante alcanzando el progreso con una actitud de agradecimiento y respeto.

Hablamos del Ayni como el trabajo de grupos de familias conocidas como Ayllu, compuestas por 10 a 100 personas, que realizaban labores en beneficio de otras familias. La contribución de mano de obra “gratis” era parte de una forma de convivencia que fue asumida como práctica normal entre la población, es decir, formaba parte de la NORMALIDAD.

Recordemos que el trabajo personal y voluntario eran bien vistos por la sociedad, incluso si alguien no trabajaba y se volvía ocioso, entonces era marginado por los vecinos. El Ayni demostró ser la solución a muchos problemas sociales, en especial para personas que más lo necesitaban.

Entonces el hambre fue combatida con apoyo en la siembra de las chacras, la falta de vivienda, con la construcción de chozas, la falta de caminos, con el tejido de puentes colgantes, y el desborde de los ríos con el empedramiento de cauces. Lo único que se esperaba de los beneficiarios era el agradecimiento en la forma de reciprocidad.

¡Imagine si hoy los propietarios en residenciales, vecinos de urbanizaciones, decidiéramos salir a la comunidad y ayudar a los más necesitados!

Cuánto bien haríamos si reuniéramos a nuestras familias para proveer este servicio generoso, con ayuda material y moral, dirigida a los huérfanos, personas adultas mayores, reclusos y enfermos en hospitales. Y los clubes departamentales, de ciclistas, los gimnasios, academia de tablistas, centros educativos ¿no podrían salir de sus intereses grupales y contribuir con los menos favorecidos? Eso sería una “gran revolución de solidaridad”.

Algunos candidatos presidenciales han manifestado que tomarán esta forma voluntariado –el Ayni- para convocar a los jóvenes, pues ellos han demostrado su gran disposición a ejecutarla.

Tomando distancia de las organizaciones privadas que hoy elaboran planes de responsabilidad social a fin de obtener un reconocimiento público, el reto como sociedad es rescatar el Nuevo Ayni como una buena práctica ciudadana.

Urge pues la participación de líderes y agrupaciones que impulsen esta práctica social. Solo es cuestión de ponerse en pie y decir: “Aquí estamos, hoy por ti, mañana por mí”. Es tiempo de dejar huella en nuestra comunidad.

Es tiempo de hacer del 2021 un año más solidario, por ello desde esta columna les decimos: ¡PRACTIQUEMOS EL AYNI COMO UN VOLUNTARIADO POTENTE!, pues de esa manera todos saldremos ganando.

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