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La mujer que nació sin la mano izquierda y que además, padece diabetes hace cuatro años, se inyecta insulina con su mano robótica

La mujer de 38 años, Julia Longo, nació sin mano izquierda, pero eso no le impidió llevar una vida normal. Sin embargo, en el 2017 fue internada porque padece de diabetes, así que decidió llevar una prótesis que le facilite su día a día, la cual le permite inyectarse insulina para contrarrestar su enfermedad.

“Nunca dejé de hacer nada, iba a recitales de rock y hacía todo tipo de actividades. Nunca me limité. Cuando tuve a mi hijo, lo sostenía con el brazo para dejarme la mano libre”, aclaró Julia

Sin embargo, en el 2017 su vida dio un giro, pues vio alternativas que podían ayudarle, ya que meses atrás, fue internada en terapia intensiva por una “cetoacidosis diabética” en la que hallaron que tenía diabetes 1, una enfermedad crónica que necesita la administración de la insulina y controles de glucosa en sangre de forma periódica.

“Me crucé con imágenes de personas en otros países que comenzaban a utilizar prótesis funcionales, biónicas y robóticas de movimientos relativamente naturales”, añadió.

“Pero como nunca me limité en nada, la espalda lo fue sintiendo por la asimetría entre ambos brazos. Primero tuve dolor de espalda y terminé con la ciática lesionada, con hernia de disco”.

En junio del año pasado, “un técnico de la empresa que fabrica este tipo de prótesis (del exterior) me realizó el testeo de las señales musculares. Mis señales movieron las variables de la pantalla al máximo y el resultado fue determinante”. Es por ello, que durante la pandemia, decidió pedir su ‘mano robótica’, la cual fue armada a medida y enviada a su casa en Buenos Aires.

“El entrenamiento remoto por parte de Terapista Ocupacional fue fundamental para aprender las distintas funciones que se pueden realizar”, añadió la mujer.

Julia, quien también es economista, ahora puede jugar con su hijo de 5 años de diversas maneras, inclusive puede inyectarse insulina en el cuerpo sin ningún problema.

“Con la prótesis, la espalda mejoró un montón, incluso hoy puedo usarla para hacer pilates. Pero no la tengo todo el día puesta porque tiene cierto peso, la piel se cansa a veces y transpira. Me la saco y pongo como si fuera un zapato, según mis necesidades”.

 

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