Super Mensajes

Después que logró atrapar al pérfido Al Capone por evasión de impuestos. Y sí, también lo es que combatió a brazo partido para evitar que se incumpliera la Ley Seca de los Estados Unidos. Pero este supuesto súper inspector también cayó en una profunda depresión y en el alcoholismo por culpa de un misterio que no pudo descubrir y cuya resolución le martirizó hasta la hora de su muerte: el del descuartizador de Kingsbury Run.

Conozca el caso conocido como “El Torso”, el cual Eliot Ness nunca pudo resolver

El joven agente, de apenas un poco más de treinta años, trató por todos los medios de hallar al sádico asesino que, entre los años 1935 y 1938, decapitó, arrancó los miembros y drenó la sangre de hasta un mínimo de 12 víctimas. Ness siguió en primer lugar el método policial tradicional, pero esto resultó en un brutal fracaso (al fin y al cabo, aquel criminal sería el primer asesino en serie de la época moderna). También trató de hacerle salir por las bravas quemando el poblado de chabolas en el que creía que vivía. Pero todo fue en callejón sin salida y jamás logró desvelar la identidad de aquel sujeto.

LOS CRÍMENES ANTES DE NESS

En el año 1934 la policía de Cleveland descubrió un cuerpo de mujer dividido en dos partes que fue hallado en la costa del lago Erie. Para algunos estudiosos de este caso, esta fue la primera víctima de “El Torso”.

Tuvo que pasar varios meses hasta que en septiembre de 1935 se encontraron dos cadáveres que fueron reconocidos en este caso como las primeras víctimas oficiales del asesino de “El Torso”. Los cuerpos fueron encontrados en el área de Jackass Hill, en el barrio marginal de Kinsbury Run.

Lo primero que llamó la atención a los investigadores fue que estas dos víctimas fueron asesinadas en otro lugar, puesto que no aparecía sangre en los alrededores que hiciera sospechar que los habían matado allí.

Leer también [Asesinó a su esposa para “reemplazarla” por su alumna de 16 años]

LA LLEGADA DE NESS

Mientras aquellos terribles asesinatos se perpetraban, a Cleveland (Ohio) arribó a finales de 1935 un agente de la ley con fama de insobornable: Eliot Ness.

Ness, a pesar de su juventud, se había hecho un hueco en las portadas de los diarios metiendo entre rejas a este mafioso y limpiando de agentes corruptos la ciudad. No en vano, este policía dijo en una ocasión que, cuando llegó a Chicago, «Capone disponía de al menos veinte fábricas de cervezas, y cada una producía cien barriles de cerveza al día» sin que nadie hiciese nada. Con ese currículum, a nadie le pareció raro que este Agente del Tesoro fuera «fichado» en Cleveland como director de Seguridad.

Lo que no sabía Eliot Ness es que la tarea que tenía entre manos iba a ser mucho más difícil que decapitar la organización criminal de Al Capone. Se iba a enfrentar a uno de los primeros asesinos en serie de Estados Unidos. Un criminal que atacaba en uno de los barrios más pobres de la ciudad: Kinsbury Run (antigua región industrial ahora poblada por vagabundos sin trabajo).

«EL TORSO» ATACA DE NUEVO

La llegada de Ness no detuvo los ataques, debido a que en enero de 1936 fue encontrada una mujer, que ejercía la prostitución, había sido troceada y no se encontró la cabeza. Ness, no comenzó a investigar con este caso. Hasta junio de 1936, encontraron otra víctima.

Esta víctima se conoce como el “Hombre Tatuado” porque el cadáver tenía seis tatuajes como una paloma y un cupido. Se trataba de un hombre joven de alrededor de los veinte años que no pudo ser identificado por la policía.

EL CADÁVER QUE LO CAMBIO TODO

A pesar de las atrocidades de “El Torso”, Ness no se involucró en la investigación hasta 1936. Por entonces, más concretamente el 10 de septiembre, fue cuando un vagabundo se topó en Kingsbury Run con dos trozos de un torso humano. El horrible hallazgo lo realizó en la orilla del río Cuyahoga. Jamás fueron encontradas sus extremidades.

A partir de ese crimen, la prensa centró su atención en el “El Torso”

Hasta el sombrero de tanto periodista para arriba, y titular para abajo, Ness hizo que 20 agentes se dedicasen a investigar de modo permanente el caso de “El Torso”. También creó una unidad especial llamada “Los desconocidos” que estaba formada por policías poco conocidos en las calles. Estos iniciaron sus pesquisas con la mayor celeridad posible. Y de forma original, todo hay que decirlo, pues se disfrazaron de vagabundos y pasaron días enteros en Kinsbury Run para hallar cuantos más indicios sobre el culpable, mejor.

Leer también [Giorgia Meloni fue nombrada nueva primera ministra de Italia]

LOS ÚLTIMOS CADÁVERES

Sí. “El Torso” aún cometería tres crímenes más. El primero de ellos se descubrió el ocho de abril de 1938 cuando el cuerpo de una fue encontrado en dos bolsas depositadas en el rio Cuyahoga. Los dos últimos cadáveres fueron descubiertos el 16 de agosto de ese mismo año. Los dos fueron hallados en un corto intervalo de tiempo en un vertedero.

Eran una mujer y un hombre que habían sido asesinados en fechas diferentes. Ambos habían sido decapitados y, en los dos casos, los investigadores localizaron sus cabezas posteriormente. Algo que resultó sumamente extraño porque volvía a romper el patrón del asesino. Tanto fue así, que Eliot Ness y David Cowles dudaron de que estas víctimas hubieran sido asesinadas por el mismo criminal.”.

NESS DE GENIO A LOCO

Los dos últimos cuerpos llevaron al extremo los nervios de Ness. Extenuado, agobiado por la prensa, y falto de resultados, en 1938 llevó a cabo dos movimientos que no gustaron nada a los medios de comunicación y, a la postre, le generaron una pésima reputación.

El primero consistió en reunir a los principales periódicos de la región para pedirles que dejasen de publicar a toda página los asesinatos de “El Torso”. Su objetivo era que el ego del asesino se rebajase y fuese alimentado cada vez que acababa con sus víctimas. Sin embargo, la prensa entendió que aquella solicitud la hacía para evitar que la sociedad supiese que era un inepto que no podía encontrar al culpable.

La segunda fue todavía peor. El 18 de agosto de 1938, Ness dirigió una partida de agentes a Kinsbury Run y les exigió tomar las huellas dactilares de los indigentes. Posteriormente, quemó el poblado hasta los cimientos. Como era de esperar, las críticas sobre él llegaron en masa.

El no poder atrapar a “El Torso” (cuya identidad jamás se supo oficialmente),las burlas y la mala reputación ganada, hicieron caer en la bebida a Ness. Este terminó volviéndose obsesivo y, al final, falleció de un ataque al corazón cuando todavía era joven. Aquel caso le había costado la vida.

La entrada El crimen en el lago Erie y un descuartizador sin castigo se publicó primero en El Men.