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El escenario no podía ser más idílico y, a la vez, más típico de una novela negra clásica: el yate Splendour estaba fondeado en la californiana isla Catalina, refugio marino de los adinerados habitantes de la cercana Los Ángeles. Además del capitán Dennis Davern, los tres tripulantes de la embarcación representaban la flor y la nata del mundo del espectáculo: eran el glamouroso matrimonio formado por Robert Wagner y Natalie Wood y el carismático Christopher Walken, galardonado con un Oscar y actor emblemático del Nuevo Hollywood. Lo que allí sucedió marcaría a estas cuatro personas para siempre.

El caso no se ha resuelto y el principal móvil del supuesto crimen fueron los celos

LOS HECHOS

Robert Wagner, conocido por sus amigos como RJ, y Natalie habían invitado a Walken, que en este momento estaba rodando con la actriz la película Brainstorming, a pasar unos días a bordo de su barco en Isla Catalina. Salieron de Los Ángeles el viernes 27 de noviembre y durante ese día y el siguiente los dedicaron a recorrer varios puntos de la isla.

La noche del 28 cenaron en el restaurante Doug’s Harbor Reef; allí bebieron dos botellas de vino y dos de champán y alrededor de las diez volvieron al barco. A la una y media de la madrugada, el capitán Davern y Wagner llamaron a la guardia costera denunciando que Natalie Wood ya no estaba a bordo. Faltaba también Prince Valiant, la lancha hinchable que utilizaban para desplazamientos cortos, y presumían que la actriz se había alejado en ella.

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A las pocas horas se encontró la lancha, pero ni rastro de Natalie. A las ocho menos cuarto de la mañana siguiente apareció el cadáver de la actriz, de 43 años, flotando junto a unas rocas. La noticia provocó una tremenda conmoción en el mundo del cine y en aficionados de todo el planeta.

Natalie había muerto ahogada
Natalie había muerto ahogada

 

LA VERSIÓN OFICIAL

La autopsia dictaminó que Natalie había muerto ahogada, que en su cuerpo había algunas heridas superficiales en brazos y piernas y una pequeña abrasión en la mejilla izquierda, tal vez causada al caerse al agua. Su nivel de alcohol en sangre también era muy alto; la explicación de la muerte fue que se había debido a un accidente fortuito.

 

LAS ESPECULACIONES

Cuando la noticia de la muerte de la estrella se anunció, una mujer llamada Marilyn Wayne declaró ante la policía que ella se encontraba en otro yate muy próximo a donde se anclaba el Splendour.

Según su testimonio, tanto sus maridos como ella oyeron una voz femenina que gritaba y pedía socorro e inmediatamente después una voz masculina –un poco beoda– que respondía: “Ok, ya vamos ayudarte”. Pero como estaban en una zona en la que numerosas fiestas estaban teniendo lugar y porque, textualmente, “nadie se mete en los asuntos de otros”, lo dejaron pasar sin intervenir, suponiendo que se trataba de una broma.

Aunque en un primer momento Wagner había negado cualquier problema durante esos días, acabó reconociendo que entre Christopher Walken, Natalie y él había habido una agria pelea acerca de la importancia de la carrera profesional frente a la familiar.

Wagner estaba en su mejor momento gracias a la serie Hart to hart, pero su esposa, entrando en los 40, estaba lejos de los papeles emblemáticos de su juventud. Si Christopher Walken era el nuevo Hollywood de antihéroes y Robert Wagner la sonrisa cien por cien América de la pequeña pantalla, Natalie era un producto puro del sistema de estudios, esto es, algo pasado de moda y con difícil adaptación a los tiempos que corrían.

Aún centrada en su maternidad y en la vida familiar, Natalie sufría ansiedad recurrente y había pasado una fuerte depresión; el ascenso a estrella de su marido y el declive de su carrera no ayudaban a su ánimo.

Según un rumor que tenía que aparecer más pronto que tarde, Natalie y Christopher Walken mantenían un flirteo que, sin que sepamos si había pasado a mayores, había desquiciado a Robert Wagner hasta el punto de arrojar una botella de vino contra una pared y clamar “¿Tienes relaciones íntimas con mi mujer?”. La actriz había querido huir del reducido escenario de celos tras verse convertida en uno de los vértices de un triángulo amoroso y eso explicaría su intención de subir al bote hinchable. Claro que hay otra versión ligeramente más rebuscada, según la cual quien habría tenido un ataque de celos había sido ella al descubrir que su marido y su colega eran los que estaban manteniendo una aventura.

Aunque Robert Wagner y Christopher Walken han eludido el tema durante las últimas tres décadas –Wagner lo ha mencionado en su autobiografía y en alguna entrevista, siempre lamentándose de lo que considera un accidente fortuito que destruyó su familia–, el capitán ha mostrado una actitud bien distinta.

Según Davern, Wagner subió tras este silencio a donde él se encontraba y estuvo bebiendo con él durante largo rato, hasta que volvió a bajar al camarote en el que había discutido con Natalie para reaparecer instantes después diciendo que ella se había ido.

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LA LEYENDA

El propio Wagner comentó resignado en una ocasión “Las personas que están convencidas de que hubo algo más que lo que salió a la luz con la investigación nunca estarán satisfechas con la verdad. Porque la verdad es que no hay nada más que sacar. Fue un accidente”.

Tenemos a tres actores famosos en un barco, un subtexto de celos sentimentales y profesionales, un cóctel de alcohol, algunas drogas –Davern ha declarado que Natalie y él se intercambiaban quaaludes por valiums– y la desaparición y muerte de una bella mujer. ¿Cómo no va a haber algo oscuro implicado en este cóctel?, piensa mucha gente.

Robert Wagner volvió a casarse en 1990. Con 86 años, está prácticamente retirado. Sigue manteniendo la versión oficial sobre la muerte de Natalie. Sus hijas están de acuerdo con él, pero no así Lana Wood.
Christopher Walken ha rehusado hablar del tema desde 1981.
Dennis Davern ha publicado un libro y concedido entrevistas en las que acusa a Robert Wagner de ser el responsable de la muerte de la actriz. Vive en Florida y llamó a su primera hija Natasha.
El yate Splendour, bautizado así por “Esplendor en la hierba”, perteneció desde 1986 a otro dueño que lo tuvo atracado en Hawaii.

En 2014, según varios tabloides, lo puso a la venta porque estaba “embrujado”.

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