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En diciembre pasado, una noticia pasó casi inadvertida cuando la ministra del Ambiente, Albina Ruiz, prometió ante las organizaciones sociales de Loreto que, a través de un decreto supremo, las denominadas “cabeceras de cuenca” de la Amazonía serán declaradas como “intangibles”. No obstante que según la ministra el objetivo es “salvaguardar estas zonas geográficas vitales” de la minería ilegal y otras actividades ilícitas, el “buenismo” con el que actúa podría ser una verdadera Caja de Pandora.

Antes de explicar las razones vale apuntalar que en los últimos años los sectores opositores a las inversiones mineras (en su mayoría de izquierda) y en general extractivas, han martillado día y noche que el Estado declare la intangibilidad de las cabeceras de cuenca, sobre todo en los Andes, con el único propósito que frenar todo tipo de inversión privada. Bajo el manto del llamado posextractivismo, los sectores opositores a la minería moderna (que se rige bajo estándares de calidad mundial) construyen relatos y muñecos contra el primer motor de la economía nacional.

Ahora, si bien entendemos la posición política y bastante “buenista” de la ministra Ruiz, que ha prometido promover un decreto supremo para declarar la “intangibilidad” de las denominadas “cabeceras de cuenca” en la Amazonía con el fin de su protección, ¿qué hace falta para que —en un arranque de presión “social”— también prometa la “intangibilidad” de las “cabeceras de cuenca” en los Andes y con ello se haga realidad el sueño del antiminero? A juicio del suscrito, está a pocos pasos.

Quizá también vale indicar que si bien existe una normativa (un marco metodológico hecho por la Autoridad Nacional del Agua) que establece criterios para la identificación, delimitación y zonificación de cabeceras de cuenca en el país, no se ha llegado a un acuerdo concreto, técnico y con suficiente evidencia científica entre los especialistas para su total cumplimiento. Es decir, en el mito difundido contra la minería moderna se insiste que el agua “dulce” se genera en las “cabeceras de cuenca”. Sin embargo, se pretende desconocer el ciclo del agua (hidrológico),amén que todas las “cabeceras de cuenca” no son absolutamente iguales. No son iguales en los Andes, menos lo serán entre la Amazonía y los Andes.

Pretender declarar la intangibilidad de todas las llamadas “cabeceras de cuenca” en el Perú, así sea en la Amazonía, es una posición política e ideológica y debe explicarse bien; en todo caso la evidencia científica es la que manda en este tipo de decisiones. La minería moderna solo utiliza el 2% de todo el agua generada en las diversas cuencas de un país que —con inversión privada— podría construir presas y represas. Estaremos atentos a la ministra.

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