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Este año se celebrará el centenario de la fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA),el primer movimiento político continental que le hizo frente al comunismo realmente existente. No obstante, a pesar de semejante acontecimiento, el Partido Aprista está fuera de la política parlamentaria y en una posición de debilidad con respecto a lo que algún día fue: una fuerza nacional con poder político trascendental. ¿Por qué?

Antes de desarrollar las ideas, vale decir que, de acuerdo con la politología, un partido político es una correa de transmisión de demandas de cierto sector de la sociedad y del Estado en su conjunto. Ahora bien, el problema en el APRA, a juicio del suscrito, es que ha dejado de representar las demandas, intereses, necesidades y aspiraciones de una parte de la sociedad. Aquí está la cuestión del asunto: en la sociología.

Si uno mira bien, el aprismo siempre representó al mundo popular y emergente. En las primeras décadas del siglo pasado, el aprismo fue un movimiento plebeyo grande y fuerte porque representó los intereses de los sectores emergentes, sobre todo en la costa norte agraria.

Y si uno mira con mayor detalle, se dará cuenta de que, frente a los partidos de la mal llamada “República aristocrática”, el APRA apareció como una fuerza antiestablishment que representó a una amalgama diversa de la sociedad política nacional que había emergido debido al largo crecimiento de la economía que posibilitó la constitución de nuevas clases medias en Lima y las regiones norteñas sobre todo.

De esta comprensión de la sociología nacional, Haya de la Torre construirá un partido de frente policlasista, a diferencia de los marxismos que proponían partidos “de clase”.

Pero, ¿a qué vamos con todo lo anterior? A que en las últimas décadas ha emergido, debido al crecimiento de la economía, una nueva sociedad de clases medias, mestiza y con demandas absolutamente disímiles de otras. En todo caso, el gran pecado de casi todos los partidos políticos es no representar políticamente a estas nuevas clases medias emergentes. Allí el punto.

Entonces, el APRA debe representar, representar y representar. Sobre todo a ese mundo de clases medias, emergente y mestizo con instituciones populares que son a veces tradicionales y conservadoras. Por ejemplo, uno no puede entender las clases medias emergentes sin la familia y los mercados populares que se extienden a lo largo y ancho como redes de competencia y cooperación.

Allí está la oportunidad para el APRA. El viejo partido de Haya de la Torre podría convertirse, como fue en su día, en un partido de las clases medias emergentes y populares que adolecen de representación hoy. Asimismo, el aprismo en pleno podría proponer —como en su día también lo hiciera Haya de la Torre— un proyecto nacional “modernizante” que ahora no hay en el espacio político.

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