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Días después de asumir la presidencia, Javier Milei anunció una serie de medidas de shock económico y reformas laborales para su país, tal como había advertido durante el proceso electoral. Aunque una corte de apelación de la Cámara del Trabajo de Argentina suspendió temporalmente los decretos laborales de Milei, y el gobierno solicitó revisar esa sentencia ante una corte superior, ya está claro que el presidente intenta cumplir con sus promesas de campaña. Estas promesas son, en el contexto social argentino, algo así como un llamado a “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”, similar a los pronunciamientos de Churchill a los británicos para enfrentar la amenaza nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Está destinado al fracaso el intento de Milei de llevar a cabo un cambio radical en la forma de gestionar el Estado argentino y cambiar la mentalidad de la gente para que se adapten a una economía abierta de mercado competitivo, luego de décadas de peronismo-populismo que acostumbraron, incluso a la mayoría de los empresarios, a depender del “papa Estado” para sobrevivir? ¿Puede vencer este gobierno a los poderosos sindicatos peronistas y a movimientos enceguecidos como aquel liderado por el hijo de Cristina y Néstor Kirchner, “La Cámpora”?

El panorama es complejo y quizás lo único que tiene a su favor Milei es haber llegado al poder diciendo la verdad sobre la catastrófica situación socioeconómica del país que heredaría el ganador de las elecciones: una tasa de pobreza mayor al 44%; 18 millones de personas, de un total de 46 millones, no pueden acceder a los productos de la “canasta básica”; inflación mayor al 142%, según el respetado Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina. Ser fiel a lo prometido a los votantes, implementar una severa política de austeridad del Estado, evitar escándalos de corrupción y seguir siendo didáctico sobre el por qué “no hay plata” son elementos cruciales que quizás permitan al gobierno de Milei confrontar y resistir los embates del camino a recorrer.

No hay luna de miel para Milei.

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