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Frente a una región cada vez más polarizada y un multilateralismo que ha vuelto a traer zozobra a Occidente, el excanciller Francisco Tudela aborda la difícil postura del Perú. Un escenario pendular a nivel latinoamericano e inédito en el complejo tablero mundial, según explica.

¿Lula lavándole la cara a Nicolás Maduro es también una forma de acercarse a China?

Lula necesita protagonismo, como todo político que se respete. Ha sido elegido presidente, pero no tiene mayoría parlamentaria. Y no tiene consigo a los gobiernos federales, siendo Brasil un Estado federal. Entonces, el área donde puede actuar constitucionalmente es la política exterior. Lula está intentando resucitar el sistema de Unasur. Para proteger a Maduro y reintroducirlo a la buena sociedad, ha dicho que el error de Unasur fue tomar en cuenta factores ideológicos. Y Maduro no dice nada, está tranquilito en su sitio y se comporta como una dama de sociedad. ¿Qué hay detrás de este teatro muy bien preparado? Hace dos meses Xi Jinping habló de una civilización universal, en la cual todas las diferencias políticas debían ser respetadas. La idea es que el multilateralismo se desenvuelva dentro del marco de la carta de Naciones Unidas, de la carta de la OEA y de los distintos documentos que establecen el principio democrático. La propuesta del presidente de China es que se respeten todos los países y que haya multilateralismo, obviando la democracia representativa. China es un país de partido único donde el Partido Comunista Chino está por encima del Estado. Y Rusia es una especie de neozarismo. Entonces, lo que Lula dice al explicar que el error del pasado fue tomar en cuenta factores ideológicos es exactamente la doctrina de Xi Jinping. Evidentemente, lo que ha hecho Lula, que ha estado hace poco en Beijing, es alinearse con la tesis china y convocar a esta cumbre presidencial sudamericana para tratar de crear un organismo regional en el que no haya juicio respecto a la calidad democrática del Estado. Da lo mismo si es un Estado democrático o no. Eso es muy problemático a estas alturas del siglo XXI.

Explicar el autoritarismo como un tema cultural es una excusa.

Bajo la tesis china, el Emirato Islámico de Afganistán, la democracia de la Confederación Suiza, la vertical del poder de Rusia y el Partido Comunista de China son todos axiológicamente iguales, valorativamente iguales. Y eso no es cierto. Entonces, el objetivo de Lula ha sido replantear el mecanismo de coordinación política de la región adoptando la tesis china y reintroduciendo a Maduro en buena sociedad. Y eso es forzado. Y por eso ha sido muy criticado. Incluso le han gritado “Lula ladrón, vete a prisión” en un partido de fútbol. El Perú tiene que ser muy claro respecto a dónde quiere estar. En un mundo en el cual las tensiones entre Occidente, Rusia y China han llegado a un nivel sin precedentes, el Perú tiene que ser muy cuidadoso al escoger de qué lado está. Tenemos que tener un diseño de política exterior que nos permita ser neutral, por un lado, en muchos aspectos extrarregionales, pero, por el otro lado, estar claramente dentro del sector de la democracia representativa.

¿Podrán crear un nuevo Unasur?

No va a funcionar. Un espejo roto, por más que se pegue, sigue roto. No se puede recrear el Unasur porque ya fracasó. Esto es un conejo sacado del sombrero de Lula para ver si estas cumbres se bastan por sí solas para hacer coordinaciones regionales. Pero no tiene un proyecto profundo.

¿Cuál es el futuro de la Alianza del Pacífico?

La Alianza del Pacífico ha terminado siendo muy importante. Se crea, sobre todo, en respuesta al sabotaje del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Porque en las primeras cumbres se trató el tema del libre comercio. Pero en 2005 Lula, Chávez y Néstor Kirchner secuestraron el ALCA y cambiaron la agenda. A tal punto que nunca más se volvió a hablar de libre comercio en la cumbre, sino de corrupción, medioambiente y otros temas. El tema ahora es que Lula, Petro, Boric y AMLO son adversos a los principios de la Alianza del Pacífico, que fue creada justamente para ir hacia una zona de libre comercio. Ese es el fondo del asunto. La razón por la cual le niegan la presidencia pro tempore al Perú es porque ya no estamos en el molde del Foro de Sao Paulo, en donde están México, Colombia, Chile, Argentina y Brasil.

Dijo que pueden ‘puentear’ al Perú.

Probablemente. Se hablan de conversaciones con otros Estados que podrían superar la crisis. Pero si la crisis no se supera, el resultado práctico es que, terminado este año, la presidencia pro tempore pasaría en 2024 a Chile, en 2025 a Colombia, regresaría en 2026 a México y recién llegaría al Perú en 2027. Y de esa forma la presidencia pro tempore quedaría siempre entre Estados con una tendencia ideológica determinada.

Un excanciller sugiere denunciar a AMLO ante la Corte Internacional de Justicia.

Esa era una opción en enero, no sé si en junio. A estas alturas quedan seis meses. Pero sí debe haber constancia jurídica pública del incumplimiento del tratado por parte de México y sus aliados. El peligro real al cual nos enfrentamos es que la ideología desplace a la ley. Que un capricho ideológico pueda poner de lado las obligaciones de los tratados internacionales. Eso significa regresar a un mundo de barbarie y arbitrariedad. Si no se respeta la ley, entonces solo los que ejercen el poder dentro de esa ideología tendrán siempre razón, decidan lo que decidan. Eso es inaceptable. Todos los países firman tratados para tener un marco legal estable. Lo que hace AMLO en términos globales es desafiar con la ideología la estabilidad jurídica de la región.

¿Falta un tono más político en Cancillería? Castillo maltrató a Torre Tagle.

El Perú sí tiene una política exterior en los términos convencionales. No juzgo a la canciller porque lo ha estado haciendo bien, pero ha heredado una situación problemática y varios años de parálisis. Durante el gobierno de Castillo los cancilleres duraban muy poco y sí, se maltrató mucho a la diplomacia peruana, como se maltrató también a la Policía. Ahora, fuera de los embajadores acreditados y los consulados operativos, no veo un diseño de política exterior. Lula ya escogió estar con China y Rusia. Perú necesita un diseño que, por un lado, tenga un mínimo de confrontación con los poderosos, pero que, a la vez, se sustente en el concepto republicano de gobierno y la democracia representativa, en el sistema constitucional y en las obligaciones internacionales. Los derechos humanos no son un tema aislado. Son parte de una política global de Occidente. Y tenemos que ser parte de ella.

¿Ha habido un escenario tan polarizado en torno a Perú?

Esto no ha ocurrido nunca. La violación del derecho internacional hecha por el presidente de México no tiene precedentes. Es un acto de barbarie. Preferir el pensamiento ideológico de su tribu a los tratados internacionales y el derecho es una monstruosidad.

¿Mejoraría la figura si la presidenta pudiera viajar?

Creo que no cambiaría mucho. El proyecto de ley es un tema que los constitucionalistas que ha convocado deben resolver.

Perú acaba de tener dos problemas con Chile y Colombia…

El problema migratorio con Chile fue resuelto con brillantez. Fue la Cancillería peruana la que negoció el vuelo que se llevó a los venezolanos a su país. La intermediación peruana fue decisiva. Por eso, digo que sí hay política exterior, pero dentro del marco de las relaciones internacionales normales. Pero hay un plano superior de la política exterior que es decidir dónde estamos situados en el mundo y con quién. Y en ese plano no hay diseño. Y este escenario no se ha visto antes. Lo de AMLO es un acto de barbarie y primitivismo.

En España hubo una vuelta de tuerca.

Ha sido un plebiscito contra el PSOE. Podemos ha desaparecido. El gran ganador es el PP. Vox tiene 7%. Pablo Sánchez convocó a elecciones generales para el 23 de julio. Hay quienes ven en la fecha una ventaja táctica para los socialistas. 10 millones de españoles se van de vacaciones en julio y eso va a alterar el panorama electoral.

En Chile también hubo un voto de castigo el 7 de mayo.

He vivido en Chile, un país muy nacionalista. Cuando los chilenos vieron que la Convención Constitucional produjo la destrucción de la identidad y la unidad nacional de Chile, incluyendo sus símbolos patrios, hubo una reacción popular poderosa para defender las raíces profundas de la chilenidad. No fue un bandazo temperamental.

¿Hay un péndulo regional?

Hay un péndulo que se ha visto en Chile y España. Sí hay una polarización y un movimiento pendular. Pero no hay dos extremos siempre. Por ejemplo, en Estados Unidos, y desde la presidencia de Obama, el ala conservadora del Partido Demócrata con el cual gobernó Clinton fue apartada. El ala de Kamala Harris, Ocasio-Cortez y Biden se ha hecho del partido. Y esa polarización permite movilizar el voto con más intensidad. Y, por el lado republicano, en cambio, los candidatos eran muy débiles; por eso, el outsider Trump derrota a los líderes y luego gana la elección nacional. Aún es muy difícil pronosticar si Trump va a volver. Habría que esperar a las primarias.

100 años de Kissinger. Veo el libro de Niall Ferguson en su biblioteca.

Un hombre absolutamente genial. Es lo que los norteamericanos llaman un ‘elder statesman’. Un estadista mayor que aconseja. Fue el artífice de la política de separar a China de la URSS y cooptarla. Eso debilitó enormemente a los soviéticos. Fue uno de los arquitectos de la victoria de la democracia representativa sobre los Estados comunistas. Es un hombre que tiene una comprensión muy profunda de la realidad internacional. Ha criticado muchos aspectos de la política norteamericana respecto a la guerra de Ucrania. Él forma parte de la escuela realista. No se guía por un deber ser ideológico, sino por lo que es posible en el campo de la política práctica. Él ve los peligros que la guerra de Ucrania representa para todo Occidente y para el mundo. Ha sido un hombre influyente toda su vida.

Marcó la política exterior por décadas.

Ha marcado la política exterior norteamericana hasta la presidencia de Bush padre. Pero no creo que haya sido muy escuchado con los neoconservadores de Bush hijo y los demócratas de Obama. Ahora sí se le escucha.

Porque vuelven los tiempos de guerra y polarización.

Porque vuelven los tiempos de guerra y las tensiones con China están al tope. Y las tensiones con Rusia son absolutas. Un paso más y es la guerra. Entonces, ahora sí se le escucha. Con Fernando Schwalb López Aldana y Alberto Benavides de la Quintana, durante la guerra del Cenepa, fuimos nombrados embajadores en misión especial para los Estados Unidos y Canadá. Una de las entrevistas que tuvimos en Nueva York fue con Kissinger. Y se me encargó hacer la presentación. Kissinger, en 60 segundos, entendió exactamente de qué se trataba. E incluso nos dio consejos de cómo debía tratarse el tema. Yo no sabía que cinco meses después iba a ser canciller. Y esos consejos sobre la política regional y cómo debía negociarse me fueron enormemente útiles. Pero preferiría no revelar esa información porque involucra a varios Estados.

¿Qué critica Kissinger de la política exterior norteamericana con respecto a Ucrania?

El tratar de incorporar obcecadamente a Ucrania a la OTAN es un grave error. Rusia se rige por el paradigma de la defensa en profundidad, que es consecuencia de la experiencia histórica de la invasión de Napoleón y la de Hitler. La profundidad de las distancias que el enemigo debía atravesar jugó a favor de los rusos; por eso ganaron y llegaron a acampar en París y Berlín. Por eso agreden a Ucrania para garantizar su propia defensa. Igual sucede con el Puerto de Sebastopol en la península de Crimea, que es geoestratégico para la flota rusa. Otro tema es no haber cumplido con los acuerdos de Minsk I y II el 2014. Ucrania debió tomar otro camino de integración a la Unión Europea.

¿El camino de Finlandia?

Justamente como eran Finlandia y Suecia. Estar en la Unión Europea en términos comerciales pero mantenerse militarmente neutral. Pero que ahora Finlandia y Suecia postulen a la OTAN es un acto trascendental del siglo XXI. Estados que habían sido neutrales durante la Guerra Fría ahora manifiestan preocupación. Es una escalada. Todo el esfuerzo intelectual de Kissinger está concentrado en crear un sistema de alianzas cuyo corazón está tanto en los Estados Unidos como en Europa. América Latina está en lo que la geopolítica norteamericana llama el creciente exterior. No estamos en la zona de contención, que es Eurasia. La Guerra Fría parece un período estable y seguro al lado de lo que ahora vivimos.

DINA Y LOS DD.HH. La postura es no salir del Pacto de San José. (Foto: Presidencia de la República)
DINA Y LOS DD.HH. La postura es no salir del Pacto de San José. (Foto: Presidencia de la República)


SOBRE SALIR DE LA CONVENCIÓN AMERICANA DE DD.HH.

Usted hace la diferenciación entre retirarse de la Convención Americana de DD.HH. y salir de su jurisdicción, a propósito de este proyecto de ley de Renovación Popular.

El pacto de San José es de los años 60. Y representa la primera generación de derechos humanos. No hay nada ahí que sea contrario a lo que dice nuestra Constitución. Por lo tanto, denunciar el tratado implicaría un rechazo al contenido, cosa que no es real. No confundir el marco grande, que es la Convención, con el problema específico que es la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ha construido un aparato ideológico a través de sus resoluciones y sentencias que pretende que sean universalmente aplicables. Eso es inválido desde el derecho internacional. Se ha desnaturalizado.

Tendríamos una mala compañía si nos retirásemos.

Claro. Venezuela se ha retirado. Barbados lo ha hecho. Retirarse del pacto es estar en muy mala compañía.

Además, entiendo que la postura del gobierno de Dina Boluarte es no retirarse de la Corte-IDH.

Los principios son universales a estas alturas del partido. El eje central de la política exterior de los Estados Unidos son los derechos humanos. En julio de 1977, el presidente Francisco Morales Bermúdez firma el Pacto de San José tras una reunión con Rosalynn Carter, la esposa del presidente Carter. Pero no solo el Perú, sino toda América Latina. Zbigniew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter, diseñó los Acuerdos de Helsinki en 1975. Le reconocían a la URSS las fronteras ganadas en la Segunda Guerra Mundial, pero había una pequeña cláusula que decía que se comprometían a respetar los derechos humanos. El canciller ruso dijo: “Nos reconocen las fronteras. ¿Qué nos importan los derechos humanos? Nosotros somos dueños en casa”. Así que firmaron.

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