Super Mensajes

Esta pandemia ha provocado varios cambios en la vida cotidiana de las personas, y la circulación vial no escapó a ello. La presencia de más ciclistas en la vía es un aporte positivo al medio ambiente y la economía de las personas, además del ejercicio, pero a veces, cuando es mal utilizada se convierte en un peligro para los conductores.

Viernes (10 a.m.). Tenía que recoger una encomienda a la altura de la Av. Colonial. Tomo un corte para llegar más temprano y opto por la Av. Universitaria, pero antes había que pasar por la Av. José Granda, debido al punto en que me encontraba.

Para todos aquellos que han transitado por esta céntrica vía se habrán dado cuenta que ahora circulan más ciclistas que antes. Niños, jóvenes y adultos hacen uso de estos carriles que van por el centro de la avenida.

Unos con cascos, otros con un simple gorro, otros con audífonos (craso error) y otros con pesadas mochilas que dificultan su tránsito. En fin, una mixtura de indumentarias.

Lo que experimenté en una intersección fue algo fuera de lo común.

En el cruce denominado República de Chile, frente al colegio Fe y Alegría hay franjas peatonales justamente marca la circulación de personas, pero por allí aprovechan de colarse motos y ciclistas en su afán de cruzar la calle rumbo a la Av. Perú.

Todo bien hasta allí de no ser por un distraído señor que justo a la hora que cambia el semáforo a verde y los autos avanzan, a él se le ocurre invadir intempestivamente la avenida y justo se va de bruces contra el pavimento con dos baldes de pintura que llevaba colgado del timón.

Su caída fue espectacular, porque no solo se golpeó él sino que los baldes salieron volando junto a su bicicleta. Yo frené en seco y mi “Negrito” respondió, felizmente.

El infortunado ciclista no solo recibió raspones producto de la caída de rodillas sino que perdió la mitad de la mercadería. Yo me detuve y le increpé su descuido y él aceptó su error.

Se levantó y trató de recoger algo de pintura, pero era imposible. La llanta reventó uno de los baldes y la pintura se derramó por completo. No había solución. Caballero nomás, a aceptar la falta con el gasto que ello acarrea.

Al alejarse el ciclista, ya caminando, me dio pena por lo sucedido, pero yo no podía hacer nada al respecto porque fue debido a los auriculares que se distrajo y no considerar el cambio de luces del

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