Por: Antonio Ramírez Pando

¡Que se vayan los dirigentes y los del Fondo Blanquiazul! Alianza Lima, el club que late en cada rincón del país, sufrió otra amarga derrota en Matute, 2-1 frente al Cusco FC, en un partido en el que los “grones” parecían tener plomo en los pies. ¿Correr? Imposible. En cambio, su entrenador lucía más asustado que perro en moto, mientras en la tribuna los hinchas asistían al triste espectáculo de un equipo incapaz de responder al peso de su camiseta.

Pero la culpa de esta derrota —y de la sequía de títulos— no es de los jugadores ni del entrenador. No, señores. Aquí los verdaderos responsables son los dirigentes y el Fondo Blanquiazul, quienes manejan el club con la soltura de quien juega Monopolio y, entre fichas y dados, deciden a quién contratar, como si un club histórico fuera poco más que un negocio personal. Porque, claro, ¿qué importa la gloria cuando se pueden tener los bolsillos llenos?

No es posible que hayan contratado a un «parrillero» para dirigir a uno de los equipos más grandes de Perú. Sí, un “parrillero” que, según ellos, cumpliría el sueño de todos los aliancistas, pero que más bien parece cumplir el sueño de sus detractores. Y si eso fuera poco, se lanzaron a la caza de jugadores “cojos” (por no decir algo peor),dándonos un espectáculo que roza la tragicomedia.

¿Qué queda, entonces, de Alianza Lima? Los resultados desastrosos y la desilusión que queda en los hinchas que ven cómo el club que aman se convierte en una caja de caudales, donde lo único que parece importar es la palabra «lucrar». Pero, ¡oh, sorpresa!, esos mismos hinchas que cada semana llenan el estadio y sueñan con la gloria, hoy ven un equipo quebrado, desgastado y sin identidad.

Fondo Blanquiazul responsable

Si los dirigentes tuvieran un poco de vergüenza deportiva, deberían renunciar hoy mismo, porque no solo están destrozando al club, sino que también le están arrancando el corazón a miles de hinchas. Alianza Lima merece un proyecto, no un botín; una visión de futuro, no una transacción. Señores del Fondo Blanquiazul, si de verdad les gusta tanto el dinero, ¿qué tal si invierten en la Bolsa de Valores? Así, podrán pasar sus días entre números y gráficos sin destrozar la ilusión de un pueblo que lleva en el alma el azul y blanco.

Los hinchas tienen el poder en sus manos, y es hora de que exijan saber quiénes están detrás de este Fondo Blanquiazul y cuáles son sus verdaderas intenciones. Alianza Lima no es un negocio ni una caja registradora: es el equipo del pueblo, es historia y orgullo, es pasión en cada grito de gol. Pero, claro, si prefieren ver un estadio convertido en un casino donde el fútbol es secundario, están en el camino correcto.

Señores dirigentes, jugaron con la ilusión de los hinchas de Alianza y, por lo tanto, deben hacerse el «harakiri» deportivo ante el fracaso de estos dos años consecutivos, porque han deshonrado la camiseta del pueblo.