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Su silla de ruedas se desliza con brío por la cancha, en milisegundos gira 360 grados, rema con una mano y empuña la raqueta con la otra. Pareciera que lo adquirió de niña, pero no fue hasta que cumplió 32 años que la paratenista peruana María Lourdes Castillo, campeona nacional desde 2001, incursionó en el deporte blanco para dar un revés a su país, todavía hostil a la inclusión.