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En nuestro país, la explotación sexual, el tráfico de órganos, la mendicidad y el trabajo forzoso suelen encontrar su origen en la trata de personas. Este delito, según el Ministerio Público, implica la captación, el transporte o la recepción de personas con fines de explotación, recurriendo a la amenaza, el uso de la fuerza u otras formas de coacción.

Las víctimas de la trata de personas son obligadas a realizar actividades en condiciones infrahumanas, con frecuencia, en locales clandestinos o ambientes informales. Aunque, el componente de género es determinante -en el 2021, el 83% de las personas afectadas fueron mujeres-, la Fiscalía precisa que existen diferentes condiciones que aumentan la vulnerabilidad frente a esta afectación de los derechos humanos. 

Víctimas de pocas oportunidades de desarrollo

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, las causas que generan la trata de personas están relacionadas a factores estructurales que facilitan este delito, como la pobreza, la falta de educación y el desempleo. Todas estas condiciones de tipo económico, añade, se suman a componentes de tipo cultural que derivan en la esclavización de la víctima.

Mercedes Arce, directora de programas y proyectos de CHS Alternativo, dijo a RPP que, aunque se trata de un delito que atenta contra la dignidad humana, la trata de personas se encuentra muy normalizada: “Desde el Gobierno se hacen esfuerzos para afrontar la trata de personas; sin embargo, una de las principales razones [que desencadenan en su práctica] es la naturalización que existe en nuestro país y, por lo tanto, llega a ser poco visible y poco denunciado”, asegura.

De esta forma, la falta de prevención termina siendo una de sus principales causas. Según el Ministerio del Interior, el 57% de comisarios y el 65% de trabajadores especializados en trata de personas aseguran que la información disponible sobre el delito no es rigurosa, no está organizada y no se cuenta con registros georreferenciados.

Problemas familiares aumentan la vulnerabilidad

Al ser la pobreza uno de los factores que mayor incidencia tiene en la trata de personas, resulta coherente que la mayoría de sus víctimas relatan haber sido captadas a través de falsas ofertas laborales, con un 71.1% en el 2020 y un 78.2% en el 2019, según cifras del Ministerio del Interior. El rapto, el abuso de poder y el padrinazgo son los siguientes métodos más utilizados.

Por su parte, la Defensoría del Pueblo destaca que existen también factores individuales como la baja autoestima, la inestabilidad emocional o la dificultad de autocontrol que, junto a las condiciones de riesgo estructurales como el bajo nivel socioeconómico, el acoso sexual y el nivel conocimiento del delito, incrementan la situación de riesgo de ser víctimas de redes de trata de personas.

La violencia sufrida por parte de la familia o en los centros educativos también constituyen factores de riesgo en este delito, añaden. Si bien la trata de personas afecta principalmente a mujeres, menores de edad y jóvenes, apunta Arce, no se deben desestimar estas otras condiciones que pueden desencadenar en los diferentes fines en los que deriva la trata de personas.

Finalmente, la experta remarca la prioridad de unificar información y estrategias para mejorar la labor preventiva. “Tenemos cifras totalmente distintas que nos da la Policía y el Ministerio Público. Estas cifras evidencian la impunidad del delito, así como la urgencia y necesidad de que el Estado pueda contar con una base de datos común en cuanto a la trata de personas”, puntualiza.