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La policía de Nicaragua acusó a la Diócesis de Matagalpa, que dirige el obispo Rolando Álvarez, sitiado en la curia por las fuerzas de seguridad desde el pasado jueves, de "incitar al odio" para desestabilizar el país y anunció la apertura de una investigación contra lo que consideró "actos delictivos".

"Las altas autoridades de la iglesia católica, Diócesis de Matagalpa, encabezada por el obispo monseñor José Rolando Álvarez, (..) están intentando organizar grupos violentos e incitándolos a ejecutar actos de odio en contra" del gobierno, dijo la policía en un comunicado.

Álvarez, crítico del gobierno de Daniel Ortega, denunció el viernes que la policía mantiene sitiada la curia episcopal de Matagalpa, donde vive, en el norte de Nicaragua.

"La vía de circulación frente a nuestra curia se encuentra cerrada y bloqueada por la Policía Nacional. La puerta principal como el garaje de salida igualmente está bloqueada por los antimotines", informó el prelado desde el interior de la curia, durante una misa transmitida por Facebook.

La policía, por su parte, afirmó que están usando "su condición de líderes religiosos" y los "medios de comunicación y redes sociales" para crear "zozobra".

Provocan "un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz y la armonía en la comunidad con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales", anotó.

La policía anunció que inició "un proceso de investigación con la finalidad de determinar la responsabilidad penal de las personas involucradas en la comisión de estos actos delictivos", y que ha informado sobre los hechos al Ministerio Público (fiscalía) y al Poder Judicial.

Álvarez, miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), dijo que permanece dentro de la curia junto con seis sacerdotes y seis laicos.

"Pecado de lesa espiritualidad"

La investigación en su contra fue anunciada horas después de que la vicepresidenta y esposa de Ortega, Rosario Murillo, dejara entrever que las críticas del obispo podían considerarse un "delito".

Lo que hace es "generar descrédito hacia esas instituciones que merecen respeto (y eso) también es un delito, es pecado de lesa espiritualidad", advirtió.

El obispo no ha reaccionado aún a las acusaciones, pero en una transmisión por Facebook agradeció la solidaridad de la Arquidiócesis de Managua, que preside el cardenal Leopoldo Brenes, de otros sacerdotes y del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).

Los sacerdotes nicaragüenses han sido fuertemente criticados por el gobierno desde las protestas opositoras de 2018, por haber dado refugio a los manifestantes que resultaron heridos o huían de la represión a las manifestaciones.

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la represión dejó 355 muertos. Unos 190 opositores están presos acusados de "menoscabo a la integridad nacional" y otros delitos.

Ortega consideró las protestas como parte de un fallido golpe de estado promovido por la oposición con apoyo de Washington, en el cual, dijo, los obispos fueron cómplices.

AFP