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Durante la mañana del último lunes de junio, Lima se ubicó como la ciudad más contaminada del mundo, según los medidores de la red IQAir, empresa especializada en la tecnología de la calidad de aire. Nuestra capital presentó un nivel de calidad de aire perjudicial y 10 veces mayor a los estándares recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta situación no es nueva, ya que, en el 2021, Perú fue ubicado como el país latinoamericano con peores estándares de calidad de aire, siendo San Juan de Lurigancho (Lima) el distrito más contaminado, según la red IQAir. Ante ello, Giuliana Becerra, profesora principal de Ingeniería Ambiental de la UNMSM, explica a RPP qué consecuencias tiene este diagnóstico en nuestra salud y en nuestro día a día y cómo podemos contribuir a mejorarlo.

Problemas respiratorios y afecciones cardiovasculares

Becerra señala que la calidad de aire se determina midiendo los componentes como gases y partículas que se encuentran en él. Las segundas son las más peligrosas, debido a que cuanto más pequeñas son, con mayor facilidad pueden ingresar a nuestro sistema respiratorio hasta alcanzar los pulmones y provocar, además, afecciones cardiovasculares.

Aunque su origen puede ser natural, como el polvo y las partículas del suelo, la mayoría de estos contaminantes son consecuencia de la actividad humana: “En zonas urbanas los vamos a encontrar por el tráfico vehicular, por la combustión del motor, por el desgaste de los frenos. Y también provienen de procesos de combustión industrial y algunas chimeneas”, precisa la especialista.

El deterioro de la calidad del aire, según la OMS, ha aumentado la prevalencia mundial de las enfermedades no transmisibles, las cuales son actualmente la principal causa de muerte y discapacidad en todo el mundo. La carga de problemas de salud producto de la contaminación del aire, agrega, también supone una importante carga económica para cada país.

¿Cuál es nuestra responsabilidad como ciudadanos?

El Perú es parte de una serie de acuerdos y convenios internacionales para la disminución de los efectos del cambio climático. Una de las actividades para conseguirlo es el establecer los Estándares de Calidad Ambiental (ECA) que fijan los valores máximos permitidos de contaminantes en el ambiente y que son aprobados por el Minam. Otra es la supervisión y fiscalización de que estos ECA se cumplan, responsabilidad que le corresponde al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA).

Si bien, las empresas e industrias tienen un rol fundamental en adecuar su negocio y actividades a cumplir con estos ECA, para la especialista, la acción más importante que podemos emprender como ciudadanos es tomar conciencia del impacto que nosotros mismos generamos en nuestro ambiente. De esta forma, Becerra brinda pautas sencillas mediante las cuales podemos sumar para mitigar los efectos de esta contaminación.

Las primeras pautas están relacionadas con la movilidad. Caminar o usar bicicleta para rutas cortas es una recomendación básica, pero sigue siendo clave, destaca Becerra. Compartir vehículo es una alternativa cuando se trata de salidas en grupo. La experta lamenta que no contemos un sistema unificado de transporte público, porque sería la principal opción para los tramos largos.

Otra acción que inadvertidamente produce gases contaminantes es el usar cocinas de combustibles sólidos; por ejemplo, aquellas de leña y carbón, como cuando hacemos una parrillada, explica. Evitar el uso de limpiadores y aromatizantes en aerosol, además de pintura en época de verano también son medidas sencillas que pueden marcar una diferencia importante para nuestro aire.

“Tratemos de tomar conciencia de nuestro día a día. Tratemos también de tomar acción en la medida de lo posible. Y, sobre todo, enseñemos a nuestros hijos y a las siguientes generaciones que es importante cuidar el ambiente y, particularmente, el aire que respiramos”, brinda como reflexión final la exdirectora de Gestión de Calidad Ambiental del Minam.