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Ricardo Sánchez Serra

La terrible situación política y económica de Argelia, sumado a sus continuas derrotas diplomáticas por apoyar enfermizamente al Polisario, para lograr su tan ansiada y quimérica salida al Atlántico, hacen que sea un país más belicoso y desestabilice el norte de África. Es un auténtico peligro para la paz.

Para nadie es un secreto que Argelia estuvo detrás de los lamentables sucesos de Melilla, pues los migrantes estaban muy bien, hasta militarmente organizados, y es el principal responsable porque abandona sus fronteras para el ingreso de los migrantes subsaharianos y provocar el caos en Marruecos.

Y qué casualidad que el asalto masivo a la valla fronteriza de Melilla se produce luego que España normalizara sus relaciones con Marruecos y reconozca que la autonomía ofrecida por este país a sus provincias del sur, es “la más seria, creíble y realista”. La intención de Argelia era clara para que los dos países, Marruecos y España, se enemisten.

Argelia es cada vez más belicosa por sus problemas internos y no lo decimos nosotros o los opositores a ese país. En su informe de este año, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas señala: «En Argelia, preocupa las crecientes restricciones de las libertades fundamentales, incluida la multiplicación de las detenciones de defensores de los derechos humanos, miembros de la sociedad civil y opositores políticos. Llamo al Gobierno a cambiar de rumbo y adoptar todas las medidas necesarias para garantizar el derecho del pueblo a la libertad de expresión, de asociación y de reunión pacífica”.

ARGELIA EN FALTA

Argelia está en falta ante la comunidad internacional. En el tema del Sahara Occidental, está obligado a sentarse por decisión ONU -como parte- a conversar con Marruecos, el Polisario y Mauritania. Ya no lo quiere hacer.

Fue una gran derrota diplomática de Argelia que la ONU lo pase de “observador” a “parte” en las mesas redondas, porque valgan verdades es la verdadera culpable de que no se solucione la fantasmal crisis, creada por ella y su títere el Polisario. Argelia estanca las conversaciones y no hace caso a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU N. 2468, 2494, 2548 y 2602. Retrasando así, el trabajo del nuevo enviado especial, Staffan de Mistura.

Asimismo, se niega que el Alto Comisionado para Refugiados (Acnur) realice un censo a la población saharaui, secuestrada en Tinduf, a pesar de los pedidos también del Consejo de Seguridad de la ONU.

Frustraciones tras frustraciones la convierten en armígera, pues sin motivo alguno rompe relaciones con Marruecos en agosto pasado y prohíbe que la aviación civil marroquí ingrese a su espacio aéreo. Negó, además, el apoyo marroquí a mitigar los incendios forestales naturales y hasta lo acusó de haberlos provocado, del mismo modo que azuza al Polisario a la violencia armada contra Marruecos; y, asimismo, como en el pasado, a brindar apoyo a que los terroristas del Daesh subviertan el Sahel (dando más razón porque no quiso participar en la Cumbre contra el Daesh que se realizó en Marrakesh recientemente y que contó con la participación de 80 países y organizaciones internacionales.

Ya expertos del Real Instituto Elcano advirtieron “que no se debe descartar un enfrentamiento armado directo o con la implicación del Frente Polisario” con Marruecos, que “incendiar el norte de África, desestabilizando sus vecindarios mediterráneo y saheliano”.

Marruecos en todo momento se ha mostrado pacifista y distendido la agresividad vecina.

La comunidad internacional debe estar advertida del accionar argelino y desescalar sus intenciones belicistas.

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