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Ni sumisión, ni silencio, esa es la tarea urgente e impostergable frente al terrible caos que el desgobierno y la apatía sembrada exigen en cada ciudadano y sus familias, porque no se puede seguir en los mismo, dejando que otros piensen qué hacer o permitiendo que cualquiera sea el que reemplacae al que destruye la nación.

 

No se trata de gentes inexpertas o de humildes campesinos, sino de bandas de extorsionadores, de peseteros dispuestos al sencillo de la coima más aberrante y el dinero escondido en inodoros; es una trampa permitir el lenguaje del silencio y de comprender a los intolerantes como si fueran gentes sin elaboradas estrategias de copamiento y control de las libertades para destruir lo poco de democracia que nos queda, porque lo que vivimos no es una democracia en surgimiento o sobrevivencia, sino “una desmocracia” en permanente demolición.

 

No existen políticas públicas para enfrentar la pobreza y construir con capital de trabajo las esperanzas de los emprendedores, no existen objetivos de reducción de los males que aquejan la salud de niños y ancianos, no existen programas de nutrición y desarrollo que con metas precisas e indicadores comparables hagan ver que se avanza y no, que se retrocede y que cada vez más pobres son extremadamente pobres o se quedan quietos en la beneficencia porque el gobierno no les da elementos de superación, condenándolos a más fragilidad y desesperación, estirando las manos que ya no resisten plegarias ni la ausencia de solidaridad.

 

Para el gobierno del partido comunista Perú “libre” y sus nuevos halcones de “Voces por el Perú” y “Bancada magisterial” (es decir del Movadef senderista y sus vertientes y variantes),aumentar las contradicciones entre sectores sociales, promover el odio entre los que tienen algo y los que aspiran a algo, es una fuerza de choque que deben construir con violencia y agresiones permanentes para destruir el país. ¿No lo ves, no lo sientes, no lo lees a cada instante?

 

Ministros que usan recursos públicos para pasearse en transportes de las fuerzas armadas como si fuera un derecho “de ellos”, ministros que se visten con prendas que se mandan hacer con nuestros impuestos y que les faltan a los niños de los Andes (casacas, polares, botas, medias, camisas afraneladas)… los vestimos a los ministros y ellos desvisten a los más pobres.

 

Pero callamos y no salimos del horror y la condena en las redes o en una reunión de amigos y tal vez, hasta decimos que “no es un gran robo” cuando lo es, cuando un pan equivale a la vida y cuando ese pasaje en el transporte militar lo merece un anciano o un niño que requiere hospitalizarse de urgencia y no tiene recursos para trasladarse a un mejor establecimiento de salud.

 

Desangrados los pobres y los anémicos, olvidados los campesinos por turbas de mafiosos que rondan el delito (y por eso seguramente ahora les dicen ronderos).

 

¿Sigo diciéndote tu tarea y la mía, o me callo?

The post Por: Ricardo Escudero / Ya te toca levantar la voz y protestar appeared first on La Razón.