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Luego de haber visto las imágenes donde unos parroquianos le mentan la madre y maltratan a Avelino Guillén, una vez más vemos ¡La concha caviar!

Ahora el pobre Avelino, que tan lejano a Montesinos no es, porque recordarán ustedes, amigos lectores de La Razón, que ese señor era mano derecha de Blanca Nélida Colán Maguiño y muy amigo de Óscar López Meneses, al cual le hicieron grandes favores en EsSalud.

Pero tema aparte, todo el mundo se molesta e indigna porque insultaron al señor, lo cual está mal porque la mamá de Guillén no tiene culpa de lo que hizo él, y maltratar un hombre mayor en la calle es siempre malo.

Pero también fue malo que le tiren un cono de plástico en la cabeza al almirante Tubino, fue muy malo por supuesto que le metan un combo en la cara al ahora excongresista Ricardo Burga, fue muy malo que le lleven bolsas de basura a la puerta dela casa de Rafael Rey o de Martha Chávez. Es muy malo que hagan bullying a la hija de Keiko y que la disfracen como ratas. Hay muchas cosas que están mal, como que le tomen una foto al cadáver de Alan García.

Esa es la concha caviar, es la sinvergüencería o el doble y hasta triple rasero. Cuando en la calle la gente no debería tratar así a nadie, porque ¿Quién ha implantado el odio? ¿Quiénes son los dueños de la contradicción, de la lucha de clases? Son ellos.

Entonces dejémonos de cosas. Para bajar el tono de la discusión política, los primeros que tenían que dejar de hacer escarnio de los seres humanos son ellos. Cuántos titulares, insultos, caricaturas, pésimas maneras de tratar a las personas han tenido los caviares y los hipócritas.

No me van a venir a decir a mí que alguno de ellos se preocupó cuando insultaban al señor Giampietri en algún lugar, o a cualquier otra persona. Digamos las cosas claras. Acá en el Perú hay que bajar el tono de quién financió el colectivo “No a Keiko” ¿No eran Ollanta Humala y Nadine? ¿Alguien se molestó cuando el señor Carlos Galdós, estrella del grupo RPP, se burló de las partes íntimas de Keiko cuando ella estaba en la cárcel? ¿Acaso despidieron al señor por ser gracioso? Sigue trabajando hasta hoy y sigue siendo tan gracioso como antes, y nadie se indignó.

De verdad que la hipocresía da para mucho. Entonces, señores, dejemos de ser hipócritas y respetemos a las personas. Los políticos tienen su ejecutoria política en la labor pública y en su vida privada uno no se tiene que meter, ni cuando van a un centro comercial, ni cuando están en la cola de una misa, ni cuando van al banco, ni cuando están con su familia. Mucho menos si son menores de edad quienes lo acompañan.

Dicho sea de paso, la agresión que sufrió el congresista Burga terminó en el archivamiento del caso. No le hicieron nada al cobarde que le metió un puñetazo en la cara.

La entrada Por: Phillip Butters / ¡La concha caviar! se publicó primero en La Razón.