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La delincuencia se ha desbordado llegando a límites inimaginables, que hasta el más encumbrado y fiero del poder político, económico y militar puede sentirse seguro ni en su propio hogar. Porque, si para el ciudadano más curtido salir a la calle es un riesgo, hemos de imaginar lo que significaría esa seguridad para el común de los mortales. Es tal la inseguridad que, en cuestión de segundos, una bala puede acabar con vuestras vidas con el consiguiente dolor y llanto de nuestros seres más queridos.

Más siendo esto así, no existe excusa alguna, para no ordenar que nuestra Fuerzas Armadas salgan a las calles para que con nuestras fuerzas policiales se dediquen a combatir frontalmente a la delincuencia con más rigor de lo usual. Pues, ninguna crítica perversa por esta medida puede ser válidas en momentos cruciales.

Nuestros derechos fundamentales, no pueden estar por debajo de aquellos miserables que lo recusan. Entonces, es un imperativo categórico acabar con estas organizaciones y/o bandas criminales de extranjeros y connacionales que operan impunemente en nuestro país.

Fallan nuestras instituciones, por eso, nuestras libertades de gozar de espacios públicos en paz y seguridad, de transitar libremente, de proteger nuestra propiedades, vidas e integridad física, están a la deriva y/o indefensión por parte del Estado.

Lo terrible en todo esto, es que, tampoco nos permiten armarnos para defendernos; y si nos defendemos hiriendo o matando al delincuente, éstos tienen más protección jurisdiccional que la propia víctima. El mundo al revés, que como imagen percibimos la mayoría de peruanos. Entonces, en qué quedamos, si ante todo lo dicho la fantasía supera en demasía a nuestra proterva realidad.

Allá están, no muy lejanos los Gobiernos de Guatemala y Ecuador que tomaron la decisión política firme de ordenar a sus Fuerzas Armadas combatir la delincuencia con muy buenos resultados y siempre a favor de su ciudadanía.

Entonces, en un estado de emergencia, son los resultados lo que cuentan y no las mariconadas de quienes se oponen a ellas por oponerse. El Perú y sus ciudadanos decentes no pueden quedar a suerte de unos incompetentes e ineptos encargados de la seguridad ciudadana, para morir de a poco a poco en manos de la delincuencia e inacción del Estado.

No hay derecho y tenemos el deber de hablar fuerte y alto poque mañana puede ser demasiado tarde.

Nuestras fuerzas Policiales es la principal responsable constitucionalmente de combatir a la delincuencia. No puede optar por la figuración ante los medios de comunicación. De tal suerte que Generales y coroneles, solo salen cuando hay prensa de por medio.

Si no hay medios de comunicación, la indiferencia. No es incomprensión ante las fuerzas del orden, sino indignación. Pues, nos asaltan, roban o nos matan, incluso, cerca o frente a una Comisaría. Entonces, si sumamos los casos de operativos exitosos con prensa de por medios y aquellos otros sin medios, la diferencia es abismal. Proponemos que a la Policía Nacional se les quite funciones de Turismo y Tránsito.

(*) Abogado penalista y analista político.

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