Para el mundo católico este mes es de suma importancia ya que se celebra Semana Santa, esta representa el caminar de nuestro Señor Jesucristo, desde su llegada a Jerusalem proclamado “el Salvador”, pasando por ser procesado, muerto y sepultado, hasta su resurrección, esta celebración, no es solo un espectáculo tradicional sino que es un hecho histórico, que para el pueblo cristiano nos dejó como lección, que debemos amar, servir y ser leales con el prójimo, enfrentar las pruebas que te pone la vida con valentía, pero sobre todo nos da la oportunidad de resucitar junto a Cristo para empezar una vida nueva, más solidaria y de servicio.
En un universo cada vez más egoísta, con una población menos solidaria, no dispuesta a servir como supuesta y distorsionada muestra de modernidad, la Iglesia Católica encabezada por el Papa Leon XIII se vio obligada a pronunciarse con la encíclica “Rerum Novarum” que significa “De las cosas nuevas” o “De los cambios políticos”.
Esta crea y sienta los principios rectores de la Doctrina Social de la Iglesia, Doctrina destinada a refrescar y revolucionar el mundo, rechazando el capitalismo liberal sin corazón vigente pero también al socialismo destructivo, suicida y amenazante, este conjunto sistemático de normas, valores y verdades, busca ayudar a los países a construir sociedades más humanas y conforme a los planes de Dios, para ello se basa en tres valores, la verdad, la libertad y la justicia, con estos valores desarrolla principios tan importantes como el de la dignidad del hombre, la defensa de la vida, los derechos humanos, el bien común, la lucha por la justicia, la propiedad privada, la subsidiariedad, la participación social, la solidaridad, la opción preferente de los más pobres, entre otros.
Esta doctrina alejada del capitalismo individualista y del comunismo suicida, entiende perfectamente los procesos productivos, siendo consciente que sin capital no hay trabajo y sin trabajo no hay bienestar, pero este capital tampoco puede asfixiar al trabajador hasta el punto de mantenerlo a penas vivo, sino que ambos deben coexistir saludablemente y en armonía, el mismo Papa Francisco hizo un llamado a difundir y poner en práctica la Doctrina Social de la Iglesia, con sus tres piedras angulares, la solidaridad, la cooperación y la responsabilidad, siempre dejando de lado el individualismo, buscando el bien común, poniendo al ciudadano al centro del orden social, económico y político, ya que “el ser humano” está en la cumbre de la creación.
En nuestro país, hoy más conflictuado que nunca, con una clase política que da entre cólera, asco y vergüenza ajena, una derecha que pide asfixiar al trabajador, dejándolo con lo mínimo indispensable para sobrevivir y una izquierda suicida que busca matar al capital sin darse cuenta que su propia existencia depende de él, la Doctrina Social de la Iglesia termina siendo el remedio preciso para los graves problemas que aquejan a nuestra patria, corrigiendo y parafraseando a Carlos Phillips, “ Solo Dios Salvará mi alma y solo la Doctrina Social de la Iglesia salvará al Perú”·
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