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Se vestía disfrazada de hombre y en un duelo a muerte se abrió la camisa y mostró sus pechos ante un boquiabierto rival, circunstancia que aprovechó para matarlo

Mary Read nació en el campo de Londres a fines del s. XVII en un nuevo compromiso de su madre, luego que su pareja un marino embarcado nunca retornó al parecer por haber muerto en un naufragio o desertar por una pasión en un puerto lejano

Allí viven tres o cuatro años hasta que los recursos económicos comienzan a escasear, y su madre ni corta ni perezosa viste de chico a su hija para solicitar ayuda a la madre de su marido para criar a quien hará pasar por su nieto.

Se presenta en su casa y aunque yo diría que la ‘abuela’ se dejó engañar a sabiendas más que otra cosa, consigue que se apiade de la que al fin y al cabo había sido la mujer de su hijo y acuerdan que recibiría una corona al mes para su manutención.

Haz el amor en la guerra

Cuando la abuela muere y los problemas económicos reaparecen, la muchacha ya con catorce años se hace paje de una dama de la nobleza. Pero aquello no parece ser muy de su agrado, porque un día al pasar por una oficina de reclutamiento y en un alarde de coherencia con su aspecto, entra para enrolarse y convertirse en un hombre de armas.

Convertida en cadete de un regimiento de infantería la envían a Flandes a guerrear, donde se comporta de una manera sobresaliente y se enamora de uno de sus camaradas y le confiesa su secreto. El amor es correspondido y ambos hacen lo imposible por permanecer juntos, lo cual sería lógico si no se dedicasen a lo que se dedicaban: la guerra.

Es difícil servir a Venus y a Marte al mismo tiempo, y el resto de soldados sospechan cada vez más de las arriesgadísimas acciones que Read lleva a cabo durante los combates para acercarse y luchar junto a su amado. Termina la campaña y de vuelta a los cuarteles de invierno deciden que es el momento de salir del closset, así que nuestra protagonista se viste por primera vez como una mujer y se presenta en el regimiento de esa guisa.

Soldados casados

Sus compañeros no disimulan su sorpresa y luego de buen grado, todos acuden a su boda una vez les ha sido concedida la licencia a los novios.

Los miembros de la Infantería Real son muy generosos en sus regalos, tan generosos que con lo que sacan en la boda montan cerca de Breda una taberna que será el centro de reunión para los soldados que siguen acuartelados mientras dura la guerra de Sucesión Española.

Allí son felices durante unos meses pero el destino de nuestra protagonista no es tener esa clase de vida. Desgraciadamente su marido muere antes de un año y la firma de la paz hace que el negocio se venga abajo al volver a casa los ex camaradas.

Capitana de mar y pillaje

Mary rebusca en su baúl las viejas ropas de hombre y vuelve a buscar nuevos horizontes. Se enrolará en un barco holandés que la lleve al Nuevo Mundo donde comenzar otra vida, pero el navío fue capturado por piratas y por ser el único tripulante que habla inglés, los piratas deciden llevarla consigo adoptando a aquel jovencito con cara de niño.

Entretanto desde Inglaterrallega una amnistía general para los perros del mar con motivo de la coronación de un nuevo monarca, así que al llegar a puerto los que habían saqueado su barco, deciden reformarse y junto a ellos pasa unos meses de tranquilidad bebiendo y holgazaneando en los tugurios de la costa. Hasta que como era de prever, otra vez, money talks.

Anne Bonny

Se alistan pues nuevos barcos y tripulaciones piratas y Mary es de las primeras en embarcarse aún en el papel de un muchacho. En las singladuras y abordajes ella es de las más fieras en la pelea y todos los testimonios que se dieron posteriormente en su juicio, hablan de su audacia tanto como de su falta de piedad.

Nunca daba cuartel, Mary se liaba a tiros desde arriba, gritándoles que subieran a pelear como hombres. Tan solo la amante del capitán, otra pérfida pirata llamada Anne Bonny, era consciente de que aquel diablo era en realidad una diablesa y la cada vez mayor cercanía en el trato entre ambas puso sobre aviso a Calico Jack, el capitán de la nave, que se temía que en aquel jovenzuelo podía haber algo más que palabras.

Jack que en el fondo tiene cierto sentido del humor, no puede parar de reír mientras le ponen al corriente. Ante tal sorpresa el capitán decide romper la tradición y permite a Read quedarse en el barco y si bien vestirían las dos como hombres en los abordajes, ya con el conocimiento de todos se las veía de vez en cuando vestidas como mujeres en cubierta.

Duelo entre piratas

A partir de entonces la pasión y el sexo entre ambos pasó a ser la comidilla de la piratería y los roces saltaban una y otra vez ante las provocaciones a las que era sometido él cuando Mary estaba ocupada en otra tareas.

Por fin uno de los tripulantes cruza la raya y Read tiene que intervenir desafiándole a muerte en defensa del hombre al que ama y que se encuentra poco menos que indefenso ante aquellos bestias.

Según las leyes de los hombres del mar se decreta que habrá un duelo entre Read y el otro pirata en cuanto se divise tierra y puedan ser dejados en la orilla.

Mary, que está locamente enamorada de Calico Jack, ni siquiera tiene en cuenta la sugerencia de su amiga Anne cuando intenta convencer a la pirata para que lo deje pasar el incidente y que ese artesano no tiene nada de especial comparado con los valientes y sanguinarios tipos que comparten su vida.

En el duelo antes de que su rival le dispare, Mary se abrió la camisa y le mostró sus pechos, dejándole completamente desconcertado. Lo que ella aprovechó para descerrajarle un tiro en la cabeza.

Una vez resuelto el caso contraen matrimonio y ella queda embarazada justo antes que su buena racha termine al ser por fin apresados por la Royal Navy, que los lleva ante un tribunal en Jamaica.

Muere antes de la fuga

En el juicio Mary siempre dio la sensación de ser una mujer piadosa, cosa realmente difícil escuchándose lo que se escuchó de ella, pero el hecho de que se hubiese casado legalmente y estuviese en estado de buena esperanza hizo que el juez le concediese un aplazamiento de la condena a morir colgada.

En la misma situación se encontraba su amiga Anne Bonny y ambas fueron encarceladas mientras esperaban dar a luz.

Días antes de que sus amigos prepararan la fuga de ambas Read murió por unas fiebres. Su amiga Anne, quizás menos merecedora de un último perdón divino, si consiguió escapar a su destino y desapareció para siempre en los mares que eran su tierra.

La entrada Mary Read, la mujer pirata más legendaria de todos los tiempos se publicó primero en La Razón.