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Plaza principal de Pozuzo, región Pasco, puerta de ingreso a los incomparables atractivos turísticos de la zona. Foto: ANDINA/Vidal Tarqui

Como parte de su reactivación económica y luego de obtener el sello Safe Travels en julio, las regiones de Junín y Pasco esperan a los visitantes para que disfruten de su gran biodiversidad y riqueza cultural.
En la búsqueda del contacto con la naturaleza, esta vez visitamos las zonas selváticas de Junín y Pasco. A dos horas de distancia desde el aeropuerto de Jauja, encontramos el primer punto histórico en nuestro recorrido: el Paso de los Valientes.
Ubicado en el distrito de San Ramón, Junín, al lado derecho del puente Pan de Azúcar, las capas rocosas que sostienen este paso fueron construidas en 1931. Antiguamente, funcionaba como una carretera por donde los primeros vehículos ingresaban a la selva central.
A la derecha del puente, encontramos la quebrada de Agua Flor, conformada por tres caídas de agua: Gallitos de las Rocas, Caracol y Agua Blanca. El trayecto para contemplarlas toma solo 15 minutos.

Siguiendo por la carretera, nos detenemos en el puente colgante Kimiri, que ostenta el título de ser el puente más viejo de Chanchamayo. Con 75 metros de longitud, conecta  diferentes atractivos, entre los que destacan las caídas La Borgoña y La Reina. Además de ser escenario de caminatas, es un lugar para hacer ciclismo.
Oxapampa
Tras dos horas, llegamos a la selva de la región Pasco. La ciudad de Oxapampa nos recibió con un arcoíris que decoraba el paisaje. 
A lo lejos resalta la base octogonal del centro de su plaza. Su construcción se realizó en 1959, como homenaje a las colonias austroalemanas que fundaron Oxapampa.

A una cuadra de la plaza se sitúa la iglesia matriz de Oxapampa. Con una arquitectura rústica elaborada a base de madera, dentro de sus paredes guarda la imagen de Santa Rosa de Lima, declarada la patrona de la ciudad.
Pozuzo
Un arco de cemento nos da la bienvenida a Pozuzo, el pueblo de las colonias alemanas en la selva central. A solo cinco minutos, nos encontramos con su gran plaza, donde un barco de madera gigante se muestra como parte de la decoración e historia de esta ciudad. 
Carlos Luján, guía oficial de turismo, señala que este monumento representa al medio que utilizaron los austroalemanes para cruzar el mar y llegar al Perú en 1859.
A solo 30 minutos de la ciudad están las aguas turquesas de la mágica Poza de Agua y Sal, llena de árboles y pequeños pájaros volando a nuestro alrededor. Se aprecia un puente colgante en el que por debajo cruza un pequeño riachuelo. 

Ahí se inicia la caminata hacia la poza.
Se necesitan menos de cinco minutos para empezar a presenciar las claras aguas que descienden de entre las rocas, la corriente que fluye a lo largo del cauce. Las propiedades curativas provenientes de su mezcla entre azufre y sal hacen a este lugar perfecto para  los visitantes que se aquejan del dolor de huesos.
Nuestro afán por conocer al gallito de las rocas, ave nacional del Perú, nos llevó al Parque Nacional Yanachaga Chemillén. En sus 120,000 hectáreas se preservan ejemplares de esta especie en peligro de extinción. También puedes encontrar miradores naturales y puentes colgantes, entre otros atractivos.
Pasando por Chanchamayo, no podíamos irnos sin visitar el mariposario Zhaveta Yard, que alberga alrededor de 29 especies. El espectáculo  principal tiene por protagonistas a las mariposas volando de un lado a otro mientras recogen su comida de las plantas y reposan en los hombros de los visitantes.
Deportes extremos 
La diversión se hace presente con motocross, canotaje, canopy y rappel, realizados en medio de la naturaleza. 

Nos enrumbamos dispuestos a practicar el canotaje en el río Huancabamba, en Chanchamayo.
A una profundidad mínima, iniciamos nuestro descenso al río tras escuchar las instrucciones de los expertos. Un paseo refrescante de 40 minutos en el que salir sin mojarse no es una opción. 
En busca de más deportes de aventura, llegamos hasta la catarata Velo de la Novia para practicar el rappel, a una altura de 60 metros. Asegurados con arneses y protección especial, descendemos mientras la bella caída nos empapa con sus gotas de agua que resbalan desde su cima. 

Nos aventuramos a conocer la vecina catarata de Bayoz. El ascenso para llegar nos lleva por un camino alrededor de las rocas donde podíamos apreciar el riachuelo formado por las aguas que caían al compás del sonido de las aves.
A solo unos pasos, apreciamos la catarata que se caracteriza por su forma escalonada y desemboca en una piscina natural. El lugar perfecto para disfrutar de un refrescante baño y deleitar la brisa. 
No nos podíamos despedir sin bailar su pegajosa música al ritmo del baile de “La anaconda” o probar sus platillos: la  trucha frita, el cebiche de doncella y el chicharrón de sajino, entre otros potajes, que son parte de una oferta gastronómica variada y deliciosa. 

El café, producto emblema de esta zona del país, y los famosos tragos exóticos son las bebidas que acompañan el viaje por la selva central, una maravilla que, sin duda, todo visitante debe recorrer.

La entrada Selva Central: disfrute de aventura y verdor en sus edénicos destinos turísticos se publicó primero en LA PR1MERA.