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Las cartas están sobre la mesa y la batalla política entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo ha comenzado, y ya ha cobrado su primera baja, representada en la renuncia irrevocable del canciller Héctor Béjar, que significa el primer golpe asestado por presión de la oposición representada en el Congreso.

Declaraciones pasadas y controversiales de Héctor Béjar, fueron el caldo de cultivo que utilizaron representantes del parlamento, para atizar las brasas del caldero donde se cocinó su salida, que culminó con el pedido de renuncia del ex ministro de Relaciones Exteriores, por parte del presidente Pedro Castillo.

Pero el tema de fondo, en esta especie de guerra política no declarada, entre el Legislativo y el Ejecutivo, es que esto recién comienza y al parecer va a ser una constante en el desarrollo de la actividad política del presente periodo presidencial.

El presidente del partido Perú Libre, el controvertido Vladimir Cerrón, se adelantó recién asumido el poder y manifestó públicamente sus intenciones de buscar la censura de dos gabinetes para propiciar el cierre del Congreso, este mensaje ha sido digerido por los grupos parlamentarios de la oposición, que al parecer no piensan pisar ese palito, sino que optarán por la censura individual de ministros, en cuya lista figuran el premier Guido Bellido, el ministro de Educación, Cultura, Interior y Defensa. Amenazar con la censura del ex canciller Béjar, fue la respuesta al anuncio de la estrategia de Cerrón y el inicio de un dame que doy entre ambos poderes. Así de encarnizada se presenta esta guerra política no declarada.

Pero como dijo Gandhi, “cuando los elefantes se pelean, el pasto es el que sufre”, y en estas batallas políticas, quién pagará los platos rotos y sufrirá las consecuencias es el pueblo, el ciudadano de a pie y los más desposeídos, pues estas zancadillas políticas por parte del Congreso, dando de baja a los miembros del gabinete de este nuevo gobierno, lo único que ocasionará es mantener en pausa al país y retrasar la reactivación económica, así como las mejoras en las políticas de empleo, salud y educación.

Urge un mayor diálogo entre ambos poderes que sirva para lograr una madurez política necesaria para de una vez encaminar al país por la senda de la confianza, para retomar el camino del crecimiento económico y la recuperación del empleo, que ha acentuado la pobreza y acrecentado los niveles de delincuencia en el país.

En esta guerra fría de poderes, hace falta políticos conciliadores, con experiencia y duchos en el arte de la conversación y la negociación. Para lograr un entendimiento bajo términos de seriedad y respeto, sobreponiendo los intereses del país, esto último debe ser el fin de cualquier estrategia política. Hacemos votos por el fortalecimiento del diálogo, la tolerancia y el emprendimiento de una mejor manera de hacer política en el país. Esta es una excelente ocasión, no la desperdiciemos. Hasta la próxima semana mis amigos de Primera.

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