«Suicidio de Alan García fue un acto político de un hombre que no se quiso dejar humillar», afirma politólogo Renzo Ibáñez [ENTREVISTA]

Son ya cinco años desde que el expresidente Alan García se quitó la vida, ¿cuál es su legado?

La idea de que un político debe pensar en las grandes responsabilidades del país, en que un político, ante todo, tiene que estar comprometido con su patria y el futuro, y eso implica ser un estadista. Un estadista no gobierna para los aplausos inmediatos, sino para la historia. Estoy seguro de que, más temprano que tarde, la historia lo va a reivindicar.

Porque las estadísticas están ahí y no se pueden ocultar. El crecimiento económico en el segundo gobierno de Alan García fue casi del 8%.

Así es y, además, el pueblo también madura. Las obras están ahí como una muestra de una gran verdad. Alan García fue el gran estadista que el Perú necesitaba en su momento y creo que es el que necesita hoy, por eso su ejemplo es importantísimo.

Algunos dicen que, si Alan García hubiera estado vivo, nunca hubiera ganado Pedro Castillo.

Estoy totalmente de acuerdo. En el 2021, Alan García hubiera sido el gran escudo del Perú contra el comunismo y el odio.

Como en su momento lo hizo con Maduro, no hubiera permitido que personajes como AMLO o Evo metan sus narices en el país.

Así es, lo hizo en el año 2006. Con mucha claridad, se dio cuenta de que el enemigo era el comunismo internacional latinoamericano.

En las ‘Metamemorias’ de Alan García, él ya consideraba que lo que se le hizo fue una celada tendida por Pérez, Vela y Gorriti.

Es que era clarísimo. El problema fue que, en un momento, el país se contagió de odio y el sector mediático antiaprista tuvo el altavoz; mientras que los apristas, no. Hay que recordar que Alan García denunció que había un “golpe de Estado blando”, donde se estaba comenzado a copar instituciones. Lo señaló directamente a Martín Vizcarra con el tema, por ejemplo, de los golpes que se le dio al exfiscal Pedro Chávarry y el empoderamiento a Vela y Pérez, quienes fueron elevados a la categoría de héroes.

Hay personajes, como Pedro Cateriano, que han construido su carrera política siendo antialanistas. ¿Cómo pasarán a la historia?

Es gente que sigue parasitando de la figura de Alan García y, al final, son simples enanos de la política. No serán nada.

Con lo revelado por Jaime Villanueva, que confirma lo que todos hemos visto en su momento, ¿qué esperas que pase con Vela, Pérez y Gorriti?

Lo dicho por Villanueva, en este caso, se condice con la realidad; entonces, todo está servido para iniciar investigaciones que puedan lograr esclarecer las cosas, sobre todo, porque no se trata nada más de Alan García, sino de la institución presidencial.

Este cerco se gestó desde que Alan García llegó al Perú y el punto máximo fue cuando, estando en la Embajada de Uruguay, se le negó el asilo, a pesar de que Tabaré Vásquez le dijo que se lo daría.

Él entra, justamente, a la Embajada de Uruguay porque se da cuenta de que el cerco era burdo, que la cosa era grosera y que había una coordinación entre Vela, Pérez, Gorriti y un sector de antiapristas que lo golpeaban, y no había una reacción institucional por parte del Perú.

¿El suicido de Alan García fue un acto heroico?

Fue un acto político de un hombre que no se quiso dejar humillar. Y, en ese sentido, un acto propio de hombres que trascienden en la historia.

“Alan García quería estar cerca de su pueblo”

¿Alan García dijo que se arrepintió de venir desde España?

No recuerdo una frase así, porque, si alguien tiene la determinación de evitar que lo humillen, es porque él estaba yendo a todo por el todo. Él no pretendía irse. Hay que entender que Alan García era un político de verdad, que quería estar cerca de su pueblo. No venir de España era darle la razón a los antiapristas. Él viene porque quería terminar sus días dando la cara y no dando ningún tipo de justificación a sus enemigos.

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