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Sergio Armasgo, actor que da vida a Ernesto Pimentel en “Chabuca”, conversa con Expreso y cuenta sus orígenes, motivaciones y proyecciones.

¿Cómo nace tu vocación como actor?

Empecé gracias a mis papás. Mi mamá, cuando era joven, era bailarina y mi papá tenía un grupo donde tocaba folklore y jazz. Desde que nací, me inyectaron arte por todos los poros: clases de actuación, danza, ballet, música, escultura, fotografía, pintura. Cuando terminé la secundaria, no sabía qué quería hacer. Entonces, decidí agarrar una bolsa y escribir en papelitos carreras de arte que a mí me gustasen. Y dije: ya, voy a doblar todos los papeles y el tercer papel va a ser la carrera que voy a tener en mi vida. Salió primero la escultura, salió la pintura, me dio mucha pena porque me encantaba, y ya, salió actuación. Y dije: ya bueno, voy a asumir que voy a ser actor toda mi vida.

¿Qué te llama de la actuación?

Ahora, a mis 31 años, siento que dentro de las otras artes, el teatro es muchísimo más completo ya que abarca todas las demás. Porque en algún punto, en una producción, ya sea actuando o tras bambalinas, se van a utilizar en algún momento temas de pintura, vestuario, fotografía…

¿Cómo vas ganando tu formación actoral?

Yo creo que con el paso de los años, con el paso de la experiencia, actuando. Ya llevo 10 años haciendo teatro y también con los distintos profesores y escuelas con los cuales me he ido formando. Ingresé a la Escuela Nacional de Arte Dramático, pero también he estudiado danza en Colombia, actuación para cámara en Buenos Aires, así como en la Escuela de Cine y Televisión en Cuba. Cada vez que tengo la oportunidad de viajar a algún lugar fuera, siempre busco un curso, sea largo o corto, porque siento que me gana mucho el deseo de seguir haciendo cosas. El descanso lo veo como algo culposo si dura más de dos semanas.

Te interesa también la danza, ¿qué rescatas de esa disciplina para el teatro?

Lo orgánico que puede ser el movimiento, lo tangible e intangible. Te puedes mover de una forma, pero lo intangible está en cuánto significado le puedes dar al movimiento, más lo que puedes generar a través de la luz, la música…

Cuando estás en el teatro estás en comunión con los espectadores, en el cine no tienes eso. ¿Cómo trasladas las capacidades del teatro al cine?

Cuando ingresé al primer rodaje que hice antes de “Chabuca”, una producción peruano-mexicana, también con Tondero, me dí cuenta el primer día que mi acting estaba muy orientado hacia el teatro. Me sentía muy grande y mi director me dijo que se me había salido un acting muy grande, que traspasaba la cámara. Me dijo que no haga nada, que actuara con los ojos. Y ya está. La diferencia entre actuar en teatro y en cine es que en teatro hay una distancia entre el espectador y el actor y hay necesidad de exteriorizarla con el cuerpo.

Hablemos de Chabuca. ¿Cómo fue el primer encuentro con Ernesto Pimentel?

Fue muy divertido, lo conocí en una cena. Y yo estaba cual stalker, grabando todo, oyendo todo, analizándolo. Lo bueno de esa cena fue que permitió romper el hielo y de ahí nos fuimos conociendo más. En otras cenas, invitaron a sus amigos para que yo pueda conocer a Ernesto desde los ojos de otras personas. Luego sentí que necesitaba conocer a La Chola y eso justo coincidió con su primera función en el circo. Entonces, me fui para allá, al circo, a conocerlo, a estudiarlo, a descubrir completamente la transición de Ernesto a La Chola.

¿Cómo entiendes la relación entre Ernesto y La Chola?

Yo creo que Ernesto no puede ser Ernesto sin La Chola y La Chola no puede ser La Chola sin Ernesto. A pesar de que es un personaje, así lo reconoce él, creo que uno bebe del otro y viceversa. Ernesto menciona mucho que a través de La Chola cura el dolor, se siente feliz y nada le duele. La Chola llega en el momento preciso en la vida de Ernesto para poder sobreponerse ante tanta adversidad.

Más empático

¿Por qué crees que es importante hacer esta película en la actualidad, en este país, en estas circunstancias?

Siento que el arte te vuelve un ser mucho más empático. No solamente te permite empatizar con las personas con las cuales tú transitas la vida sino también con todo el entorno. Me encanta la idea optimista de pensar de que a través del arte podemos mejorar como sociedad y siento que igual este tipo de recursos, a través del audiovisual, son un grano de arena para todo eso.

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